GWENDY: "Francamente... nunca haría un desnudo".

Entrevista y fotografía: Pepe Forte

Publicada en ¡ENTÉRESE! No.278/Agosto 2001

Gwendy integra la indispensable nómina de bellezas de Sábado Gigante. Sonriente y vivaz, espontánea y reflexiva, y pícara y cándida a la vez, la modelo colombiana conversa en exclusiva con ¡ENTÉRESE!, de su vida, sus sueños y cómo es para ella, por dentro, el superestelar televisivo sabatino que anima y decora con su figura. Una bella joven que asegura que jamás haría un desnudo, pero que, sin embargo, sí desnuda su corazón y habla francamente.

—¿Cómo llegas a Sábado Gigante, Gwendy?

—Llegué de Colombia a Miami hace dos años y empecé a trabajar como modelo profesional para una agencia. En noviembre del año pasado me fui a hacer un programa de televisión en República Dominicana, y cuando regresé de allá fui a un casting en Univisión para una sección de Sábado Gigante y resulta que me quedé.

—Lo cual quiere decir que te fue muy mal ahí dentro... —ironizo.

—¡Oh, sí, muy mal! —replica Gwendy sonriendo y comprendiendo la broma—. No, ahora en serio: Sábado Gigante es una escuela, es un programa con un equipo de trabajo excelente, todo de muy buenas personas. Rachel, Mariela, Sissi... Mario [Don Francisco], nos hace reír todo el día; Xavier [Romero] es un caballero, me ayuda con técnicas de dicción, de expresión. En fin, te repito que Sábado Gigante es una excelente escuela para lo que tú quieras. Y no te ponen reglas de comportamiento, no, sólo tienes que ser lo que tú eres, sólo ser cordial y tratar con respeto.

—Pero, sin duda, un trabajo de mucha tensión y...

—Sí, el trabajo es tenso, pero lo haces como algo mecánico...

—¿Cómo es tu rutina en Sábado Gigante?

—Pues, entras a las doce del mediodía al canal y estamos dos horas en maquillaje y peinado, porque un solo maquillista y un solo peluquero nos atiende a las cuatro —detalla Gwendy refiriéndose a las cuatro modelos de SG—. A las dos de la tarde, ya maquillada y peinada, te vistes, te arreglas y entonces te vas a la cafetería y almuerzas...

—¿Después de preparada? Yo pensé que hacían eso antes...

—No, no, lo que pasa es que en la cafetería te tomas un cafecito, almuerzas, con cuidado de no mancharte, claro, y luego vas y...

—Te cepillas los dientes —interrumpo casi con maldad.

—¡Naturalmente!... entonces te relajas un poquito y a las tres empiezan las grabaciones. Por supuesto que antes repasas los libreros, lo que hay que hacer y empiezas a grabar de corrido.

—¿Con cuántos cambios?

—Casi siempre nos cambiamos de ropa dos veces.

—¿Y cuándo terminan?

—Si el día está muy "pesado", o sea muy cargado de trabajo, salimos a las 11 y media, a las 12 de la noche lo más tarde... cuando no, pues, a las 9 ó 9 y media de la noche. Pero no se siente. Es, como te digo, todo el tiempo riéndote, todo el tiempo haciendo chistes con la gente, con la gente de la banda... se pasa muy bien.

La rivalidad es una idea tan arraigada en la mente de la gente y, además, con tantos antecedentes, que no hay quien no esté convencido de que, donde hay tantas mujeres bellas juntas... tiene que existir, forzosamente. Pero Gwendy pinta un panorama bien distinto al preconcebido de chicas tirándose de los cabellos o empujándose mutuamente por tapar una a la otra:

—Todo el mundo —explica Gwendy—, piensa que las modelos de Sábado Gigante vivimos peleando entre nosotras, que nos tenemos envidia. Pero nosotras no somos rivales para nada. Rachel es una excelente compañera, fue la primera que me dio la mano. Me explica qué hacer, cómo hacer, y cuando yo necesito algo, ella siempre está ahí... es muy amigable muy compañerista; Mariela, un poquito menor que yo, es la más chiquita de todas, tengo una buena relación con ella, hemos salido a rumbear, a comer juntas...

—¿Y... hmmm... Sissi?

—Sissi, bueno... Sissi tiene su mundo, tiene su vida, sus cuentos, pero en el trabajo somos completamente amigas, nunca ha habido ningún problema. Pero lo que puedo decir es que en Sábado Gigante siempre me han tratado con mucho calor humano.

—¿Te gusta que te miren, que te admiren?

—¡Claro!, me encanta que me miren y que me admiren —responde Gwendy, pero muy sanamente, sin poses ni vanidad—. Y acepto piropos, piropos finos, elegantes, tiernos. ¡Qué lindo que te miren, que te admiren! Por eso trato todo el tiempo de estar en forma, bien arregladita. Es importante la dieta... pero, ¿sabes una cosa?, que me he dado cuenta que lo mío no es mantenerme en forma tanto por apariencia, aunque reconozco que por mi trabajo lo necesito y es mi responsabilidad, pero lo hago más por mi salud. Porque, como dicen en mi país, yo quiero llegar a ser —y se echa a reír— ¡una veterana buena!

Y ya que estamos en lo de la apariencia física, decido hacerle una pregunta sneaky:

—¿Qué argumentos usarías en el futuro para explicarle a un hijo tuyo por qué hiciste un desnudo?

—¡Ninguna, porque nunca haría un desnudo! Francamente no, no haría desnudos nunca. El año pasado me propusieron Playboy y dije que no. Y no es que yo lo critique, ni lo vea mal, porque yo soy de mente amplia. Lo que no tolero es que la gente vea el desnudo como morbo, me gusta que la gente lo vea como arte, como una cosa pura, linda. Mi posición acerca del desnudo, como ves, es neutral... yo no lo haría, pero no estoy en contra. Así que no tendría que pensar una respuesta que decir a mis hijos mañana si me preguntaran, ‘mamá, ¿por que hiciste aquel desnudo?’. Sin embargo, si mañana tengo una hija y quiere hacerlo, pues fine, ¡la apoyaría!

—¿Hay algo de lo que te quejes?

Gwendy responde optimista: —Todos tenemos nuestros sueños. Pero yo no quisiera cambiar nada de mi vida. Siempre he pensado que la perfección total en el ser humano no existe, siempre vas a tener algún problema, situaciones en la vida... yo estudié negocios en Colombia, ahora soy modelo de Sábado Gigante y aquí estoy, en Miami, en una carrera en FIU. Pero mi sueño toda la vida ha sido cantar, y hoy lo estoy realizando, estoy produciendo mi Cd, que todavía no está listo. Pero, afortunadamente, la vida me ha sonreído, a pesar de que he pasado por ciertas situaciones difíciles. He encontrado gente que me ha dado la mano.

—Nada que lamentar pues —insisto.

—Lo que más me ha hecho sufrir es la soledad. Siempre fui una niña muy hogareña, muy de su mamá y su papá, y al venirme a Miami, sufrí la soledad, sufro la soledad...

—¿Soledad, una muchacha como tú...?

Y Gwendy, presumiendo la intención, contesta:

—Soledad, sí, soledad... No tengo novio, no estoy saliendo con nadie, aunque tengo muchos amigos...

¿La creemos?

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