click on header to go back to articles' index

 
OBAMA ordena REVELAR videos de TORTURAS

A 100 días de gobierno, el presidente de Estados Unidos parece estar más interesado en reivindicar a los enemigos del país que dirige que a protegerlo. Desde su llegada a la presidencia, Barack Hussein Obama no ha hecho otra cosa que enviar mensajes conciliatorios a los musulmanes terroristas. ¿Odia secretamente Obama a los Estados Unidos del mismo modo que su mentor y paradigma Bill Ayers?

por Pepe Forte/editor de iFriedegg
Posted on April 28, 2009

Comente este artículo en: info@iFriedEgg.com
 

Eclesiastés 7:17
No seas justo en demasía.

Estoy en contra de la tortura. Desde la más leve, hasta la más brutal. Eso, si acaso lo que la palabra tortura significa permitiese una interpretación escalonada de su esencia primitiva, injustificada… y humana. Sí, “humana”, que en este caso encierra una acepción censurable: los animales no torturan a sus semejantes.

Crecí con la tradición oral de que las maestras solteronas con eterno PMS de antes de mi tiempo castigaban a los estudiantes díscolos haciéndolos arrodillarse por horas sobre granos de maíz. La penitencia incluía un extra-bonus humillante: el capirote de papel que decía "Burro".

Aunque no en orden cronológico, después escuché chistes acerca de las torturas chinas, ingeniosas y pacientes como Chan Li Pó; la peor de todas, la del prisionero martirizado con la gotita de agua cíclica, pertinaz y taladrante que tras caer por días sobre la cabeza del atormentado se convertía en puntillazo. También me encontré, aunque algunos años después de su fecha de publicación, todavía siendo un niño, con los números 1 y 2 de las llamadas revistas "Bohemia de la Revolución", que detallaron con la dedicación de un fiscal resentido los suplicios a que la Policía de Batista sometía a los jóvenes insurrectos cubanos. El más recurrente de aquellos: arrancar las uñas con un alicate de electricista.

Luego trabé conocimiento con la cama descuyuntadora creo que de la época de Robin Hood, y la muerte atroz por empalamiento de Miguel Strogoff —aunque algunos por ahí sueñan con ella como el grand finale ideal—, y la de Tupac Amaru, desmembrado por caballos, que pasaron un poco de trabajo para ejecutar su penosa tarea no porque el indígena revoltoso era un trinquete de fuerte como erróneamente la historia registra... sino porque simplemente no eran los de la Budweiser.

Más tarde, la izquierda plañidera del mundo y el comunismo en general expusieron los excesos de Pinochet, al que barnizaron con pátina de bestia medieval por ordenar torturar a los allendistas tras el golpe militar. Mientras el planeta, como los tres monitos sabios —es decir, indolentes— ignoraban que los carceleros de Fidel Castro, adelantándosele al generalote chileno en más de una década, desde 1959 sacaban a palos cada mañana a los prisioneros políticos cubanos de sus celdas y los obligaban a adentrarse en la nauseabunda mojonera del Castillo de El Príncipe en La Habana, y los dejaban allí hasta el anochecer, con las aguas albañales a la altura de las orejas para que los guajacones, cual pirañas, les mordieran los oídos. Yesto por puro castigo, no para hacerlos hablar por los codos...

Y cuando pensé que podía recluirme en el arte para apartarme de tanto espanto, me tropecé en la academia de pintura de San Alejandro con una enciclopedia de pinacotecas en la que pude contemplar recreaciones más edulcoradas de la tortura —pero torturas al fin al cabo—, como el súper óleo de Ribera “El Suplicio de San Bartolomé", y el de El Greco, el amariconado "Martirio de San Sebastián", que para finales del Siglo XX las locas unidas del mundo convirtieron en una erotizante estampa para el paladar gay. Y claro que "Los Horrores de la Guerra" de Goya no se quedaban atrás, aunque todas estas representaciones eran más bien versiones decimonónicas de cruxifixión anónima generalizada (este approaching es el predilecto de Hollywood; ¿se acuerda cómo martirizan al patriota escocés Wallace en la película Braveheart?)

Ese es más o menos el inventario de tortura de mi lifetime, que va desde lo burlesque a lo cavernariamente horripilante —Monty Python y medioevo (no Morales) incluído—, y que no deja fuera al villano de tantos animados norteamericanos de los años 30 que ataban a sus víctimas a la línea del tren o en la estera cuyo curso conducía a una enorme sierra giratoria y voraz. Así que con tanto feedback, un día hasta me cruzó la mente una tortura pueril, la del Caballero de París, un orate encantador y desamparado que decoraba el universo anecdótico de La Habana, que pasó años sin asearse. El Caballero se sentaba en la cara de la víctima... Tal vez no califique como tortura, pero sí como una broma aunque no exactamente de mal gusto, sino de mal olor. Y ahí paré (en esa época no existía la música norteña...).

Estoy en contra de la tortura, digo una vez más. La desnudez como humillación, las posturas incómodas y agobiantes, la devastadora privación del sueño, de los alimentos o el beber, la fatigante exposición a la luz o a los ruidos, la brutal aplicación de la picana eléctrica, la sensación de ahogamiento o falta de aire “en seco” o por agua, son torturas. Repudiables, despreciables, abominables...

La tortura es una vergüenza humana, es el vestigio de una mentalidad salvaje que debió haber desaparecido tiempo ha, pero que se perpetúa como entelequia en plena época del edonista i-Pod, y a contrapelo de él y de los juguetes sexuales. La tortura por esencia, ya que no se puede borrar de los anales de la humanidad, participa a ultranza del presente y comparte espacio por disparatada con otra de las grandes aberraciones del hombre: la guerra.

So, con toda esta descarga, se supone que estaría de acuerdo con Obama en su cruzada contra la tortura.

No.

A mediados de abril del 2009, Obama ordenó revelar los memorándums del Departamento de Justicia durante el gobierno de George W. Bush, prácticas de tortura a miembros de al–Qaeda y terroristas musulmanes, relacionados con los atentados del 9/11. Se trata de evidencia gráfica de martirio a sospechosos de actos contra los Estados Unidos.

Los videos comenzaron a correr en la televisión norteamericana desde el lunes 27 de abril y, afortunadamente, no se llevaron toda la atención, que fue mermada por la noticia de la pinkfloydiana fiebre porcina, en la que seres tan poco aerodinámicos como los cerdos, vuelan.

Al menos a 14 sospechosos se les aplicó la técnica, un número muy limitado si pensamos en la gran cantidad de ellos detenidos en el campamento de Guantánamo. La tortura más utilizada fue el llamado waterboarding, que simula la sensación de ahogamiento no por inmersión propiamente de la cabeza del interrogado en el agua, sino por ser rociado por una manguera o simplemente por un cazo, cuando tiene el rostro cubierto con una tela. Uno de los videos revelados refleja esa práctica, aunque la panoplia de torturas incluye más o menos una decena de ellas. 

No me importa si alguien me ofrece una explicación sofisticada del procedimiento de “extracción hidráulica de la verdad” en el afán de convencerme de que el waterboarding NO ES una tortura. Lo es. Y hasta el propio John McCain, un verdadero patriota norteamericano que sufrió en carne propia los rigores de esas monstruosidades, así lo considera, a pesar de que escuché decir a un conocedor del tema que el waterboarding integraba el entrenamiento a los soldados del Army después de la guerra de Corea. Pero el punto está en que la decisión de Barack Hussein Obama de revelar tales videos constituye un error mayúsculo que compromete nuestra seguridad nacional. Estamos lidiando con un enemigo atroz, fanático e incorregible que puede interpretar en esta acción del presidente una fisura —y en realidad lo es—, por donde penetrarnos otra vez.

El presidente podría ordenar la prohibición expedita presente y futura de la práctica perspectiva de los métodos de tortura —y él no es el pionero de esto; el propio Bush las mandó a parar—, si lo que perseguía era lavar el honor manchado de los Estados Unidos, que es signatario de documentos de perfil internacional que desaprueban el martirio para obtener información.

A primera vista ése es el propósito de Hussein Obama, restituir la moral dispersa de los Estados Unidos, extraviada con esta chapucería ética de la tortura. Pero revelar estos testomonios gráficos como anunció la semana pasada, rebasa el marco de la debida justeza para ir a parar a algo totalmente inconveniente —como "la verdad" geotérmica de Al Gore—.

A veces no se puede ser tan justo. Serlo es una exageración que puede volverse contra sí mismo y hasta terminar en injusticia para otros. "No seáis  justo en demasía", alecciona Eclesiastés 7:17, aunque a alguna gente le parezca que ser justo es una dimensión exacta, carente de incrementos o detrimentos, que no puede dilatarse o contraerse dentro y desde sus propios límites. ¿Y Hussein Obama hace esto por justo?

He comenzado a desconfiar de Barack Hussein Obama…

El país no necesita una perjudicial cacería de brujas, aunque el presidente ha prometido que eso no ocurrirá, y el Fiscal General de la República, Eric Holder, ha respaldado tal proyección. Pero esto es otra movida de Hussein Obama que me produce un escalofrío de desconfianza. Suena a perspectivo lavado de manos tipo Poncio Plilatos. La justicia norteamericana sólo necesita de un pequeño motor de arranque para echar a andar por sí sola y más tarde encausar a los infractores, ya lejos del albedrío de quien originariamente desencadenó la cosa. Y en cuanto a la internacional, sobran en el resto del mundo jueces á la Baltazar Garzón, que enseguida se apresurarán a dictar órdenes de captura a figuras cimeras del gobierno o la época de George W. Bush y quizás hasta a él mismo, citando razones de lesa humanidad. Alberto Gonzáles, Donald Rumsfeld, Condolezza Rice, y hasta la propia Nancy Pelosi —que se derrite por Obama— podrían integrar la lista, en una reedición tercermilenista de un macartismo esta vez profundamente antiamericano. Y cuando eso ocurra, Hussein Obama dirá “no tengo nada que ver, es la justicia por su propia cuenta”. La tina con agua, por favor...

Sería la primera vez en la historia de Estados Unidos que la acción de un presidente de los Estados Unidos compromete la estabilidad ciudadana de un expresidente y su inmunidad. Eso no sólo es politically incorrect, sino profundamente anti-american. Pero, que más da, si únicamente a regañadientes el actual presidente se ha puesto en la solapa el pin con la bandera del país que gobierna.

Revelar estos videos y memorándums por orden expresa suya pinta a Estados Unidos como el victimario. Es una pena que una nación moral y emocionalmente desajustada por el impacto del ataque al World Trade Center, haya descendido de manera excepcional al bajo estrato de la práctica de la tortura. Un país tomado a las malas por sorpresa, desconcertado, confundido, aturdido, intentando armar desesperadamente un rompecabezas de vital información para protegerse de otro eventual atentado de un enemigo de cultura ignota, incomprensible, y de conducta irregular. Un país que no tenía todo el tiempo del mundo para obtener pacientemente información vital de su enemigo a través de barbitúricos enmascarados en tazas de café y un coscorrón cada dos o tres días...

Pero ya se nos olvidó el 9/11. La mayor evidencia de ello —y lo he dicho antes— es la elección de Barack Hussein Obama. Sólo 8 años después de la tragedia más grande que ha vivido Estados Unidos, no nos acordamos de aquel momento.

Espero que alguna televisora tenga el coraje de pasar al aire paralelamente junto con los vídeos de las torturas a los terroristas, los de las aeronaves secuestradas estrellándose contra las torres, los neuyorquinos desesperados lanzándose al vacío desde las ventanas de World Trade Center en llamas, y los de los civiles inocentes decapitados en por al-Qaeda. A ver si Hussein Obama se atreve a censurarlos...  

Los “interrogatorios coercitivos” a Abu Zubaydah, uno de los primeros detenidos de al-Qaeda, proveyó información que condujo a la captura de Ramzi Bin Al Shibh. Y Al Shibn luego reveló información que contribuyó al apresamiento de Khalid Sheikh Mohammed, miembro de la nómina de los principales coordinadores del ataque a las Torres Gemelas.

Waterborading, caramba… ¿qué le harían a Bin Laden cualquiera de los familiares de las víctimas del WTC?

Quizás la integridad física de sus hijitas, Barack Hussein Obama deba hoy agradecérsela al waterboarding...

Obama, como un maestro frustrado y regañón, le ha pegado con una regla de madera a las manos de la CIA. Obama transita la senda del naïve Jimmy Carter, que santificó a la agencia durante su mandato y todavía estamos pagando las consecuencias de aquella absurda decisión. Tener un presidente mentecato no es tan preocupante como tener otro que lo imita y, peor aún, con indefinida intención. Una agencia de espionaje e inteligencia tiene que ser eso mismo, no una escuelita dominical de catecismo. Y un espía no es un monje que lleva como un vademécum un tratado de literatura preceptiva bajo el brazo. Una agencia de espionaje no necesita lecciones de moral y cívica.

¿Es Obama musulmán?
La desclasificación de los métodos usados para obtener información de los sospechosos de terrorismo no es una medida inteligente y probablemente tampoco sea patriótica. Estados Unidos en tanto que estado, tiene derecho como cualquier otro a la privacidad de los procedimientos que emplee en la protección y consecución de su propia seguridad.

Obama se ha convertido en el redentor de los musulmanes terroristas.

Durante su discurso de inauguración el pasado 20 de enero del 2009, por primera vez en la historia de la alocución inaugural, un presidente norteamericano menciona a los musulmanes. Barack Hussein Obama dijo que Estados Unidos era una nación de “cristianos, musulmanes, judíos y ateos”.

No dispongo de un censo oficial de la fe de Estados Unidos, pero dudo mucho que en el país haya tantos musulmanes como para mencionarlos jerárquicamente en segundo lugar. Más me inclino a creer que probablemente la legión de non-believers del país rebase en tamaño a la de los musulmanes.

Inmediatamente tras la asunción, Barack Hussein Obama ordenó el desmantelamiento del campamento de Guantánamo que retenía la mayor cantidad de terroristas relacionados con el 9/11, y junto con ello cerró también otros centros de detenciones de la CIA para el mismo propósito alrededor del mundo. Muchos de esos prisioneros una vez agotados procesos legales en particular, podrían quedar en libertad en los propios Estados Unidos.

Ahora, para rematar, Barack Hussein Obama ordena liberar los videos que nos hacen sentir compasión por quienes destruyeron nuestra tranquilidad ciudadana, nuestra confianza mutua y nos obligaron a quitarnos los zapatos al abordar un avión (¡qué coincidencia, exactamente lo que ellos consideran una ofensa!), invirtiendo el precepto fundamental de la leyes norteamericanas aplicado a los viajeros, que queda ahora así: todo pasajero aéreo es sospechoso hasta tanto se demuestre lo contrario. Te prometo, que cada vez que vuele, me acordaré del waterboarding, Obama…

¿De qué lado está nuestro presidente? Well...

No olvide esto: BARACK HUSSEIN OBAMA NO HA HECHO OTRA COSA QUE LANZAR MENSAJES CONCILIATORIOS Y UNA VELADA PROMESA DE REIVINDICACIÓN AL MUNDO MUSULMÁN TERRORISTA DESDE QUE ACCEDIÓ A LA PRESIDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS.

Está un poco largo para bumper sticker, pero valdría la pena que lo fuera...

Obama todavía puede parar esto. Sí puede, aunque mucha gente arguya que no, y para ello el presidente no tiene que pecar de censura dictatorial. Puede emitir una orden ejecutiva aludiendo debilitamiento de la seguridad nacional.

Toda esta pose del cuadragesimocuarto presidente de los Estados Unidos está enviando una clara señal a los enemigos del país de que él está ahí para tirarles la toalla, para defender sus derechos y recompensarlos moralmente, hagan lo que hagan. Y estos terroristas no van a desaprovechar esta oportunidad dorada, esta alfombra roja que parte de la mismísima Casa Blanca para destruirnos.

Obama no está defendiendo a los Estados Unidos, sino a sus enemigos.

A cada paso, Barack Hussein Obama se me perfila más y más como el antihéroe americano. El amigo del infame Bill Ayers y el hijo de crianza del fanático Lolo Soetoro, comienza a regurgitar con estas acciones maquilladas las doctrinas antiamericanas con que fue alimentado. Obama tiene demasiados esqueletos en el closet: Marshall, Jeremiah Wright... No me cabe ya la menor duda que la fe de Hussein Obama es islámica. Ya no dudo que fingió equivocarse en el juramento de inauguración para que, so pretexto legal, lo pudiera repetir al día día siguiente privadamente en la Casa Blanca... sin la Biblia.

Ser musulmán no significa ser un outcast. Es simplemente tener otra creencia a cuya práctica debe tener derecho. La doctrina islámica no preconiza la violencia. El mundo del Islam es mayoritariamente gentil y apacible. Sólo que Obama y su compromiso con su fe musulmana, iguala a buenos y a malos, sin distinguir terroristas y fanáticos obsesos de nobles ciudadanos, y tiene que ir pues al rescate de todos sus hermanos, no importa si algunos de ellos, como su mentores, añoran ver las ruinas de este gran país que le ha dado la oportunidad de ser su presidente. La brújula de la lealtad de Hussein Obama parece no apuntar precisamente al Norte...

Si en las circunstancias económicas actuales Estados Unidos vuelve a ser objeto de un atentado semejante en magnitud al 9/11 aunque de distinta naturaleza, el país desaparecería como le hemos conocido hasta hoy.

Ojo con Barack Hussein Obama... y que Dios nos ayude, que Alá parece que no.

* * * *

 

Me tocan a la puerta. Es una compañía de paquetes que me entrega un librero que encargué hace días. El camión del delivery es japonés, y el mueble es hecho en Viet-Nam, según leo en el embalaje. Ni 64 años atrás, ni 34, Barack Hussein Obama fue presidente de los Estados Unidos de América... ¿comprende lo que le digo?

Continuará...

 

NOTA AGREGADA A POSTERIORI el 8 de mayo:

El jueves 7 de mayo se observó el National Day Prayer o Día Nacional de la Oración. Esta celebración fue establecida en 1952 por el entonces presidente Harry S. Truman, y en los últimos tiempos los diversos mandatarios de Estados Unidos la han honrado públicamente con un servicio religioso de corte cristiano a puertas abiertas. En los pasados 8 años el presidente George W. Bush amplió la participación de varios tipos fe en un reconocimiento en el ala Este de la Casa Blanca. Este año empero, el presidente Barack Hussein Obama REHUSÓ OBSERVAR PÚBLICAMENTE LA FECHA Y DIJO QUE LO HARÍA DE MANERA PRIVADA.

Pregúntese —y respóndase usted mismo— por qué...

 
Comente este artículo en: info@iFriedEgg.com