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SCION xB 2004: Diferente

Dicen que uno nunca deja de ser niño; yo, lo había olvidado. Pero ahora tuve la oportunidad de volver a sentirme así al volante del nuevo y espectacular Scion xB.

por PEPE FORTE

Publicado en varios medios impresos y cibernéticos

No creo que sea una afrenta comparar un auto con un juguete. Precisamente de niño, observando detenidamente muchos autos de juguete —a los que les llamaba cándidamente carritos—, éstos me parecían diseños dignos de ser convertidos en vehiculos de verdad. De haber tenido por entonces un juguete como el Scion, le habría dedicado el mismo pensamiento. Y, please, no ofense…

Con un diseño radical, podría comenzar por decir que el Scion puede ser cualquier cosa excepto un auto que pasa inadvertido. Tras 10 años probando automóviles y escribiendo sobre ellos, en la última década fui testigo —y hasta víctima podría decir— del asombro ciudadano sobre vehículos como el Jaguar S-Type y el Chrysler PT Cruiser (por este último, incluso la Policía me detuvo para verlo de cerca).

Pero el Scion rebasó todo nivel de alarma y atención, al punto que cuando lo devolví para rotación quedé concluso para siquiatra: la gente dejó de mirarme…

¿Qué pretende Toyota con este coche difícil de ubicar? El Scion es muchas cosas a la vez, pero por encima de ello, es él mismo. Por eso la compañía lo mercadea sólo como Scion; ni la leyenda o el logo de Toyota aparecen por ningún lado en el cuerpo del vehículo. ¡Pero lo hace Toyota!

En inglés, scion significa retoño, renovado, y una serie de acepciones afines. Pero Toyota prefiere verlo como un anagrama de Sight, Cool, Sound, Motion… o sea, que apela a las más jóvenes generaciones, la X y la Y. Pero, ¿funcionará en esa demográfica? El precio no es problema. El Scion xB puede tener sticker price de arrancada tan bajo como los $16 mil (el modelo xA, diferente de éste y por eso será abordado en review aparte, ofrece un precio inicial “koreanizado” de $12, 000). La cosa está en conquistar a través de él mismo. El modelo de pre-producción que probé en el verano del 2003 tenía detalles que se perdieron en la versión definitiva que acabo de conducir, como escandalosos anodizados interiores, una palanca de cambios cuyo diseño habría envidiado el más aparatoso destornillador Craftman, y los relojes absolutamente al centro. Pero se quedaron las luces de neón en colores interiores que iluminan el piso, el speaker Bazooca tailored para frecuencias de audio de súper bajos en el espacio para carga, y una selección de 11 colores-luz para la radio y el portavasos, y que llevan nombres tan sugerentes como Pasión, Amatista, Rayo Esmeralda, Ácido, Litio, etc. ¡Oh!


¿Qué son estas cosas? Pues cantos de sirena para los jóvenes. Pero, ¿reaccionaran éstos como Ulises a su llamado? Honda pretendió esto con el Element. Su demográfica inicial era la juvenil, hasta unos 26 años. Pero estadísticas reveladas a posteriori arrojaron que el auto se había convertido en un éxito de ventas mayormente entre hombres de entre 34 y 46 años.

   A primera vista, el Element y el Scion xB parecen rivales. Mas una detallada observación desarticula el argumento. El “efecto cajón” es probablemente lo único que emparienta a los vehículos. El Scion no es tan SUV como el Element, y el Element carece de los lollipops que el Scion reserva para los más jóvenes. Otros anzuelos para estas generaciones son sus grandes áreas casi planas en el cuerpo del vehículo que resultan una invitación al graffiti o al wrap-around, así como un enorme array de elementos aftermarket, además de que el auto trae de fábrica un look personalizado.
Tetsuya Tada, jefe ingeniero de Toyota Scion, comenta: “Normalmente se hace la carrocería primero y después el audio del vehículo. Esta vez hicimos el audio primero, y luego el cuerpo”.

   El sistema de audio del Scion, cortesía del socio de Toyota, Pioneer, tiene todo el sabor juvenil, con pulsadores de presión en vez de botones rotatorios, y ofrece acceso a Mp3 players y radio satelital, además de estar ‘cortado’ preferentemente para las bajas frecuencias. ¿Pero son estas características un apelativo suficiente para conquistar a los chicos X e Y?

   En mi reciente semana de prueba tuve feedback más favorecedor de gente de más de 30 años que de jóvenes, que expresaron todo lo contrario. “Nos gusta todo lo que trae”, me dijeron mis hijos y sus amigos, todos teenagers, en una mezcla de inglés con español, “pero no el shape”.
Basado en el Black Box previamente lanzado en Japón, el mayor escándalo visual del Scion es su diseño cuadrado, aunque haciendo justicia no lo es más que, por ejemplo, el Eurovan de VW o el Chevy Astro, sobre todo en su tercio trasero. Dentro, me sentí como cuando de niño viajé en los cavernosos autos de los 40 —que para entonces tenían ya más de 20 años—, con la diferencia capital que aquellos se sentían más opresivos al carecer de la amplia cristalería de esta creación de Toyota. Y, por momentos, me sentí como que estaba conduciendo un mueble sobre ruedas, pero no hay crítica en esta opinión, sino más bien una sensación curiosa y hasta agradable.

   Su desplazamiento es tan toyotístico como el de otros coches de la compañía, gracias a su motor de 1.5-litros, de 4 cilindros para 108hp, acoplado, en el caso de mi vehículo de pruebas, a transmisión automática a la que le noté cierto delay para pasar de tercera a cuarta. Se le siente estable, pues siendo de perfil alto su chasis y cuerpo son bajos, con un punto de gravedad ídem.


El Scion ofrece suficiente espacio interior (sobre todo en lo que se conoce como shoulder y headroom) y ofrece bastantes áreas sobre las cuales colocar cosas, gracias al diseño escalonado de la consola frontal.
Los asientos son abatibles para garantizar más espacio de carga bruta. El consumo es bien atractivo. Los típicamente eficientes motores de Toyota se reflejan en el del Scion, que hace 30 millas por galón en la ciudad y 34 en la autopista. Me gustaría ver el sistema híbrido del Prius en este vehículo.
En cuanto a seguridad posee frenos ABS electrónicamente distribuidos, bolsas de aire y controles de estabilidad y tracción.

   Según Lee Iacocca, la industria automovilística depende del timing, o sea, del momento preciso. Los vehículos no deben ser ni de antes ni de después. ¿Es el Scion un visitante del futuro? ¿Lo es del pasado? ¿Es contemporáneo? Me inclino más lo tercero.

   El detalle radica en que la mayoría de la gente que me abordó lo comparaban con coches del presente. Algunas comparaciones tenían visos de realidad; Otras, eran verdaderamente disparatadas. Me dijeron que se parecía al Mercedes Gelandewagen, al PT Cruiser (¡?!), al Volvo (es decir, a cualquier Volvo; no sé cuando se dejará de ver a los autos del fabricante sueco como los reyes de la cuadratura del círculo) y, por supuesto, al Honda Element. Y todo esto para finalmente, tras afanarse en semejanzas, emitir un juicio feliz y reinvidicatorio: “es diferente”.

   Eso es lo que también pienso del Scion… además de aquello que les dije de los juguetes. Espero que me comprendan…