Ni siquiera el músico popular cubano Enrique Jorrín, padre del célebre cha-cha-chá "La Engañadora", que inmortaliza una de las esquinas más famosas de La Habana, pudo imaginar que a partir de un restaurante común y corriente enclavado allí, se pudiera contar la historia de los últimos 40 años de Cuba.
El 1º de enero de 1959, en Prado y Neptuno, se encontraba el restaurante "Miami". Pero como enseguida Fidel Castro inventó la enemistad con Estados Unidos, todo lo que sonara americano se convirtió inmediatamente en irritante para los oídos del flamante gobierno, que decretó una severa revisión de la toponimia urbana del país y así, todo lo que se llamara Hilton, Shell, Ten Cent, Sears, y sobre todo Miami, sucumbió a esta primera purga a la que, sin embargo, supervivieron inexplicablemente muy pocas cosas, como el Hotel New York de la calle Dragones. Fue de este modo cómo, en una época en que Castro preconizaba la "hermandad" con los países de América Latina, el restaurante "Miami" fue rebautizado "Caracas", sin que nadie advirtiera que un acto tan aparentemente insignificante, encerraba el primero de los futuros vaivenes políticos de la revolución.
Después, según Castro se enemistó con la O.E.A. y con los gobiernos de Latinoamérica, y se acercaba más y más a la órbita de los países de la Europa comunista, el "Caracas" mudó nuevamente de nombre, esta vez a "Budapest". Muchos pensaron que la historia terminaría aquí. Pero no. En 1989, con la caída del Muro del Berlín, el lumínico de neón medio fundido con el nombre de la capital de Hungría en la fachada del edificio se convirtió otra vez, de la noche a la mañana, en cosa non-grata, y así el nombre de "Caracas" regresó a nuestro atormentado restaurante.
¿Cambiará el sitio de nombre nuevamente? No lo sé, pero mientras tanto, le sugiero a La Habana que, para evitarse más dolores de cabeza, bauticen al restaurante como "La Engañadora" —que para algo está en Prado en Neptuno—, hasta que vuelva a llamarse "Miami" de nuevo, y pronto... aunque creo que la próxima vez será "Versailles"*.
*El Versailles en la Calle 8, en Miami, Florida, es el restaurant más popular e iconográfico del exilio cubano en la Capital del Sol.