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LAURA POLLÁN
y otras reflexiones
Nos asiste más de una razón para creer que la líder de Las Damas de Blanco no murió, sino que fue asesinada

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA que se transmite
cada sábado de 2:00pm a 3:00pm ET y cada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET,
y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes de 6:00pm a 7:00pm ET,
ambos por WQBA 1140 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio

Posted on Oct.17/2011

Políticamente, cuando se trata de izquierdas y comunismo, de sacarlos del aire me refiero, no me gustan las mezzotintas, sino que radical me voy al blanco o negro. Porque por radical precisamente el sistema, así habría de ser la legítima respuesta que mereciera, no otra. Sin embargo he de reconocer que en pos del propósito de su eliminación, y como en el caso particular de la tragedia cubana ésta dura ya más de lo humanamente tolerable, finalmente hasta transigiría por el modelo chino —que vi de primera mano durante una visita a China en el 2008— o la Perestroika, malograda habilidosamente por el propio Castro en La Isla en su momentum de sovietismo finisecular y que, de la mano de Gorbachev, representó el prólogo a la caída del estalinismo reciclado.

La Perestroika, sí señor, con calor tropical, aunque esta fuese una resurrección del reformismo —que eso en definitiva era lo que era allá en la Soyuza—, aquella pálida opción en la Cuba del siglo XIX por sacarse de encima el colonialismo español que sólo tuvo salida a través del independentismo armado…

El caso es que como a falta de pan, casabe, me gustaría ver la Perestroika en Cuba ahora mismo en este otoño del 2011 a más de 20 años de su puesta en escena original. Me gustaría porque —recordaremos— una de las cosas más sorprendentes de ella y que llevaba en suspensión fue el Glasnost, la transparencia a la hasta entonces turbia información histórica, aquella paulatina revelación aún en los órganos de prensa del oficialismo aunque ya en pleno en el estertor de éste, de los desmanes de 70 años de comunismo, cuyo lado más feo lo encarnaron Stalin y Brezhnev. Gracias a eso, a través del periódico NOVEDADES DE MOSCÚ y de la revista SPUTNIK, nos enteramos de las tropelías del sistema hasta entonces sepultas en un silencio oneroso. De pasar esto en Cuba ahora… o mañana, nos enteraríamos que Laura Pollan, la vocero de Las Damas de Bianco, que murió por un síndrome bacteriano respiratorio al pie del fin de semana del 15 de octubre según se dijo desde allá, en realidad fue asesinada.

No tengo pruebas para asegurarlo, no me ha llegado de Cuba ni un solo rumor que certifique en modo alguno lo que en mí más que una incertidumbre es una certidumbre que lamentablemente no puedo demostrar. Pero ya hemos vivido demasiados años como para respecto del castrismo no arribar a tan oscuras conclusiones.

Las Damas de Blanco se convirtieron en un dolor de cabeza rayano en la jaqueca para la tiranía verde olivo de Cuba en tiempos de transferencias a dedo de poder a lo que parecen ser dos layers ejecutivos, los raulistas y los fidelistas… eso, si acaso unos son una cosa y los otros otra.

Las Damas de Blanco tiene estatura mundial, son reconocidas internacionalmente como víctimas de una tiranía y defensoras de la justicia, y al mejor estilo de la resistencia pacífica de Gandhi, por eso mismo se les hacen inasibles a la dictadura que no tiene por dónde agarrarlas. No han bastado el acoso a ellas ni tampoco las golpizas para reducirlas. Mas bien todo lo contrario: cada episodio de abuso físico o de palabra contra ellas la enaltece al tiempo que demerita a las autoridades cubanas. Pero por primera vez a las tenebrosas mentes de la policía política cubana se le dio la oportunidad de por lo menos minarlas, y esto eso la muerte de Laura Pollan.

Las Damas de Blanco eran un cuerpo de nobles anonimatos con fuerza moral colectiva con cuya marcha en silencio reclamaban la libertad de sus esposos y familiares, presos políticos de la fatídica primavera negra del 2003. Pero ocurre que los liderazgos no nacen por receta sino que florecen como lo hace esa plantita en la ranura de la acera, contra toda adversidad, sin que nadie le prodigue cuidados. Laura Pollán no era otra cosa que la voz de Las Damas de Blanco. Pero las voces generalehte terminan en cantantes y por tanto líderes.

En eso se convirtió Laura Pollán... peligrosamente.

Decente, precisa, mesurada y coherente, Laura Pollán se fue revelando sin quererlo ella siquiera en el rostro de Las Damas de Blanco. Su tangibilidad fue lo que el gobierno de Cuba esperó con toda la paciencia de que un depredador es capaz, para cazarla.

No dudamos que Laura Pollan haya enfermado genuinamente. Pero una vez en el hospital, deben haberla asesinado. El gobierno de los Castro apuesta ahora que con su desaparición, Las Damas de Blanco se disolverán porque ya habían cuajado en torno a Laura. Y Laura no está... Laura se fue.

En realidad está por ver si la estocada le funcionará, pero con probar les basta. Y para su mentalidad de sicarios incorregibles, piensan que no pierden nada. Aún si nos enteráramos que asesinaron a Laura Pollán, como hicieron antes con el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate juegan al "remedio santo"... esto es, que toleran el dolor de la cura de caballo, pero salen de lo que les mortifica.

Creemos que mataron a Laura del mismo modo creemos que mataron también a Jorge Más Canosa. Cuando Ricardo Bofill fue ridiculizado por abandonar el país ante la inminencia de una intervención quirúrgica de cuya mesa de operaciones en Cuba él estaba convencido que no saldría con vida, siempre le creímos. Del mismo modo creemos que la Seguridad del Estado sacrificó a Rolando Pérez Quintosa, el joven custodio que agonizó por un mes tras la balacera en el incidente del robo de una embarcación a principios de los ‘90 en Guanabo. Los Castros necesitaban un mártir del suceso, de modo que Pérez Quintosa estaba condenado a muerte por los que posaban como sus protectores.

Por eso, y tan sólo por eso me gustaría ver una Perestroika en Cuba con su Glasnost dentro, para terminar con la certezas de lo que hoy —y antes— suponemos. La lista de muertos a primera vista genuinos que empero no lo fueron, sino maquiavélicamente eliminados, quién sabe si la revele un futuro TTRIBUNA DE LA HABANA reciclado a lo NOVEDADES DE MOSCÚ de aquellos esperanzadores años de finales de la década de los 80. Nada tan desmoralizador para él mismo y para el vecindario que enterarse que el cura de la parroquia de la esquina es un hipócrita santurrón.

Algún día sabremos patentemente lo que, repetimos, hoy suponemos. Que mataron a Laura Pollán.

 
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