Una cucharada de JARABE de PALO

por PEPE FORTE
Publicado en Mercado del Disco/Agosto 1998

Grabado en 1996, muy sonado en España en 1997 y todavía humeante, ahora es que —lo confieso—, vengo a enterarme del “La Flaca” de Jarabe de Palo. Y me cae la rabieta y el pesar de la certeza del tiempo perdido.
   
   ¿Qué es Jarabe de Palo? Primero, no es qué, sino quién: un tipo que nació en Barcelona, que tiene el pelo largo —ya me ganó—, que toca la guitarra y que canta con una voz maravillosamente fea. Segundo: en los anaqueles de las discotiendas meten su disco en la sección de “Rock en Español”. ¡Afrenta!, que ya el rock in Spanish no es tan chiquitico como lo fue en inglés 45 años atrás, cuando no existía ni punk, ni heavy, ni metal, ni soft, ni nada de eso, para que hoy sea etiquetado en una categoría tan general. Y aunque no me gustan mucho las nomenclaturas para la música porque yo tengo las mías, a Jarabe lo engaveto en “rock inteligente”, un espacio donde pongo juntos a Miguel Bosé, a Sting, a Paul Simon y a otros de la misma cuerda. Me da la gana y que me maten si no. Pero sigamos con el de Palo...
  
   Se llama Pau Dones y según leí, nació un 11 de octubre, pero no sé el año. La nota que me llegó del Dones es despistada (la omisión del año u otro disparate “factual” que encuente aquí, blame on it. La opinión, es asunto mío).
  
   Sigo. Según la nota, Pau es el mayor de 4 hermanos. A los 10 años, empezó a tocar la guitarra, una Jiménez que luego rajó en la cabeza de un compañero de clases. Dicen que en la escuela se portaba fatal (ningún maestro nota jamás que nunca sale algo que valga la pena de los niños que se portan bien). “Chico difícil” en el expediente. Pau atesora un largo peregrinaje por instituciones pedagógicas (varias), y oficinas de psicólogos (demasiadas). Seguro dijeron que estaba traumatizado. Sería a priori...
  
   A los 12 años se encontró con discos de Los Beatles y de Bob Marley, y entre los 13 y los 15, le pasaron más cosas buenas: su primer amplifier y una guitarra eléctrica Shiro Stringer. Y le prometió a su mamá de que se iba a portar bien. Trató.

Dentaduras postizas para jarabe de palo
Con su hermano Marc, en la batería, formó J. & Co. Band y luego “Dentaduras Postizas”. Pero a los 16, le pasa lo peor del mundo. La vida le da un “palo”... muere su madre. Desde entonces —quién sabe mejor que él cuántos ‘lados oscuros’ de por medio—, Pau crece y se talla músico en serio. Casi a sus 30, ya en forma de elíxir de maderamen, graba su primer CD: “La Flaca”.
  
   “La Flaca” debe su nombre a la canción homónima, cuyo sujeto principal es una ‘jinetera’ cubana —las prostitutas maleconeras del estertor castrista—, muchachas que han despertado sentimientos lastimeros en más de un artista. Nada conmueve más a un hombre que una buena puta.
  
   Durante el verano del ‘97, “la escuálida” es un éxito gordo en España. Las ventas se disparan para alcanzar en un par de meses la categoría de Doble Platino (200 mil copias). Los conciertos llueven —más de 20 al mes—, y más de un millón de personas en España van a por las cucharadas de Pau con su banda en vivo. El zumo de tabla sabe bien.
  
   Poesía dura, metida en una solución musical con fuerte sabor a trova y a blues; elementos de música cubana con rock, y me viene a la cabeza, con tal de irme bien lejos, el olvidado fantasma de Carlos Santana —obviando los textos, claro— aunque tal vez, si se le pregunta a la xilopócima que cuál es su influencia más grande, en vez de contestar con algo tan coherente como Clapton, se baja con que Vivaldi. Los músicos son medio locos y rara vez saben lo que dicen.
  
   Sea lo que fuere, ¡por Dios!, hace rato que no estaba tan feliz con un disco. O con un puñado de canciones como las que trae en los bolsillos “La Flaca”, desde un bolero hidropónico hasta no sé qué diablos. “El Lado Oscuro”; “Grita”; “Vuela”; “El Bosque de Palo”... son canciones que agarran desde el primer momento por lo que hablan y por lo que suenan.
 
   “La Flaca” de JdP, es un disco a-som-bro-sa-men-te bueno, que no debe faltar en la colección de para quien escuchar música, más que un gusto, es una responsabilidad. Welcome to the club! Y yo sé lo que digo...

 
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