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Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA que se transmite
ccada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET por WQBA 1140 AM,
y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes de 5:00pm a 6:00pm ET,
por WAQI 710 AM, ambas emisoras de UNIVISION AMERICA,

Posted on Aug.9/2012

La indestronable reina de la comedia, Lucille Ball, protagonista del sitcom más exitoso de todos lo tiempos, I Love Lucy, habría cumplido 100 años de estar viva el 6 de agosto del 2011. Lucille Désirée Ball, —o Lucy como más cariñosamente nos gusta llamarle— nació en Jamestown, New York, ese día de 1911, y hasta el 26 de abril de 1989 en que a los 77 años murió a consecuencia de una aneurisma en la aorta, llenó como nadie un segmento de la televisión poblado más tarde por grandes títulos como (en orden aleatorio) Bewitched; I Dreamed of Jeannie; The Carol Burnett Show; The Mary Tyler More Show; The Cosby Show; Seinfeld, y Friends, algunos de los cuales acopiaron teleaudiencias extraordinarias, pero ninguno llega a la estaura de clásico de I Love Lucy.

Con sus ojos azules y cabello rojo, ambos intensos, para Lucille Ball, dotada de un talento innato para la actuación, la comedia era su fuerte. De gestualidad saturada y expresiones faciales que podía exagerar fácilmente, encarnó una edulcorada versión de payaso femenino, virtudes histriónicas que le sirvieron de perfecta zapata para su antológico personaje de Lucy Esmeralda McGillicuddy Ricardo. Tan sólo sus ojos eran capaces de hablar.

Temprano se mudó con su familia a Montana y luego a Michigan. Padecía de ornitofobia, miedo a las aves; siendo una niña, el día que su padre murió, un pájaro quedó atrapado dentro de la casa.

No fue hasta su adolescencia que manifestó deseos de entrar en el show business, precisamente luego el obsesivo afán de su personaje central en I Love Lucy.

Los primeros momentos de Lucille Ball como actriz los hallamos cuando con apenas 20 años, bellísima y convertida en la rubia platinada que exigía la entonces incipiente maquinaria hollywoodense —Lucy, como Marilyn Monroe, originalmente tenía el cabello castaño—, participó en la película Roman Scandals, de Eddie Cantor. Eso fue en 1933, pero su participación ahí, transparente —hoy casi trivia—, ni le valió crédito.

Sus incursiones en el cine, aunque crecientes, continuaron siendo secundarias, pero a pesar de ello se fue labrando una reputación de talento. Participó en cintas con Fred Astaire y Henry Fonda. En 1943 la filmación de DuBarry Was a Lady, demandó de ella el cabello bermejo que la convirtió en pelirroja para toda la vida.
Lucy también hizo radio. El bastidor de la Lucy del show de TV está en su carácter de My Favorite Husband, que se transmitía por CBS Radio en 1948. Como el programa fue un éxito, las luces largas de CBS decidieron llevarlo a la TV. Lucy enseguida le dio la bienvenida a la idea… por dos razones: una, porque le garantizaba más exposición en un medio prometedor como la naciente televisión; dos, para proponer que la acompañara en el papel del esposo su marido Desi Arnaz, con tal de tenerle junto a ella y salvar así su tambaleante matrimonio. Ella y Desi se conocieron en 1940. Rendida inmediatamente por la personalidad de Arnaz y su irresistible look de Latin lover, enseguida se casaron.

Desiderio Alberto Arnaz y Acha III, había nacido en familia rica en Santiago de Cuba el 2 de marzo de 1917. Por parte de madre, tenía vínculos genealógicos con los fundadores del imperio Bacardí. Su padre fue alcalde de su ciudad natal, pero la familia tuvo que huír de Cuba tras la revolución antimachadista de septiembre de 1933 lidereada por Fulgencio Batista. Ya en Estados Unidos, Desi, que al principio vivió en Miami, se adentró en el mundo del espectáculo en California. Así se topó con Lucy.

CBS rechazó la propuesta de Lucy: no sería del agrado del televidente norteamericano una pareja inter-étnica compuesta por la típica yanqui y un cubano. Sin embargo, Desi y Lucy se las arreglaron para convencer a los ejecutivos.

Como con tantos proyectos que cristalizaron luego en suceso, I Love Lucy tuvo más de un tropiezo en su génesis. La tabacalera Phillips Morris, principal patrocinadora del espacio, quería que éste fuese semanal; Lucy y Desi, como el show de George Burns, quincenal. Phillips Morris quería que el show se hiciese en New York; Lucy y Desi en California (en esa época L.A. era el asiento del cine, y New York de la tele).

Por entonces, la costa Oeste veía kinescopios —el videotape no existía aún— de pésima calidad de los programas originales que se hacían sólo en vivo en New York. Fue entonces que Desi salió con la idea de filmar los episodios con cámaras de cine de 35mm y distribuir después nacionalmente el show, de modo que toda la teleaudiencia del país pudiese verlo con nitidez y a la misma hora localmente.

Otras desavenencias fueron negociadas entre parte y parte. Una de ellas se resolvió cuando el matrimonio accedió a un recorte de mil dólares semanales de su pago, a cambió de la mayoría de los derechos del show. Del mismo modo nació Desilu, la compañía productora de I Love Lucy, propiedad de Lucille Ball y Desi Arnaz, que tomó el nombre de su rancho en California, que a su vez era una mezcla de los suyos personales.

El primer capítulo de I Love Lucy se transmitió el 15 de octubre de 1951, dando inicio así a una secuencia de ellos que prevaleció en el aire hasta el 6 de mayo de 1957. Fueron 181 episodios, incluidos en el conteo el piloto y el de Navidad, que nunca se puso. Fue el primer show en la historia de la televisión que cerró aún en un gran momento de teleaudiencia de Nielsen. Sólo otros dos cuentan con ese honor de retirarse cuando estaban todavía en la cresta de la popularidad, The Andy Griffith Show, y Seinfeld.

I Love Lucy es todo un retrato de época del típico hogar norteamericano de la postguerra en la plácida década de los 50, que la izquierda y los liberales siempre demeritan. Del mismo modo, sirve para comprobar que el núcleo de del funcionamiento de la sociedad norteamericana y sus elementos, como las libertades ciudadanas, la eficiencia en los servicios, los derechos del consumidor y el deber de pagar las deudas y las utilidades, eran tan esenciales antes como ahora.

Lucy se ocupa del hogar, mientras su marido Ricky Ricardo, director de orquesta en un club nocturno nostálgicamente llamado Tropicana en el corazón de la Gran Manzana, es capaz de sostener él solo las necesidades económicas de la familia —¡oh, así era!—. Lucy es una buena mujer, gran madre, excelente esposa y noble amiga… que empero intenta por todos los medios entrar al mundo del espectáculo al que pertenece Ricky. Pero además, es una persona sneaky, es decir, que con tal de salirse siempre con la suya no sólo en su propósito de figurar sino en otros afanes y en sus inocentes rivalidades con su vecina Ethel, hace candorosas trampas y se mete en enredos, muchos de los cuales a veces comprometen seriamente a su marido, a las espaldas de éste.

Ethel y Fred Mertz, sus caseros y vecinos en el edificio de apartamentos que viven en New York, son por añadidura sus mejores amigos. Mas las buenas relaciones entre los dos matrimonios de ficción no fueron exactamente las que decoraron los inicios de las relaciones entre las dos parejas de actores. Durante el casting, Lucille Ball solicitó para el papel de Ethel a su amiga Barbara Pepper, pero CBS no quería a una actriz más joven y más bella que el personaje principal de I Love Lucy; por otro lado, la Pepper tenía un serio problema con el alcohol.

Fue así como apareció Vivian Vance; al principio entre ella y Lucille hubo fricciones y rivalidades, pero a la larga ambas terminaron siendo grandes amigas en la vida real, al punto que una vez clausurado I Love Lucy y desecho el matrimonio Arnaz-Ball, ella invitó a Vivian a que continuara siendo su partner en la pantalla chica en The Lucy Show (Vivian Vance, que murió 10 antes que Lucy, era mayor que ella; había nacido el 26 de julio de 1909).

Semejante panorama ocurrió a la hora buscar al actor para el personaje de Fred Mertz. Lucy quería para el papel a James Gleason (no confundir con Jackie Gleason), pero éste pidió la para entonces astronómica cifra de $3,500 dólares semanales, aspiración que, por supuesto y presupuesto, no pudo ser materializada. William Frawley, un veterano actor del mundo del vaudeville transó por honorarios más moderados… después que Arnaz intervino a favor de él ante CBS para que le alzaran la barrera que primero le puso la compañía porque como la Pepper estaba sumido en el alcoholismo —la droga de Hollywood por entonces—. Desi habló fuertemente con Frawley, quien le prometió no tocar una botella en tanto integrara el elenco de I Love Lucy. El hombre honró su promesa a lo largo de los casi 10 años en que fue personaje de las series en que trabajó.

Al comienzo, Frawley solía burlarse amargamente del acento de Desi Arnaz al hablar inglés y hasta de sus costumbres latinas, pero eso se fue diluyendo y, a la larga, tal cual Lucille y Vivian, se hicieron buenos amigos.

Pero los que sí nunca lograron limar su animadversión mutua fueron Vivian Vance y William Frawley. Como buenos profesionales que eran, hicieron una deliciosa pareja mal llevada ante las cámaras, pero detrás de ellas los antagonismos no fueron nunca ni medianamente romos. Vivian Vance siempre se quejó que él era muy viejo para ella (Frawley había nacido en 1887, unos 20 años mayor que ella; ¡pero con Gleason habría sido peor: nació en 1882!), y Frawley decía que Vivian estaba gorda y que tenía mal aliento.

Los dos matrimonios de I Love Lucy: Los Ricardos y los Mertz. Arriba, a la izquierda del lector, William Frawley en el papel de Fred; a su lado, Desi Arnaz, Ricky Ricardo. Debajo, a la derecha Lucy, y junto a ella Vivian Vance, que encarnó el personaje de Ethel.
Un cuarto papel demandó tres actores: el pequeño Ricky, el hijo de Lucy y Desi en la serie. En los instantes en que el carácter fue presentado como párvulo, usaron a dos hermanos, Mike y Joe Meyer (foto debajo), pero más tarde como niño de edad escolar Little Ricky fue protagonizado por Keith Thibodeaux, hasta hoy, el único superviviente de los actores capitales del programa (nació en 1950).

La música y el tema musical del show son ingredientes importantes de I Love Lucy. Como Desi Arnaz era músico, percusionista, y su personaje de Ricky Ricardo también lo era en el show, acudió a su amigo y coterráneo Marco Rizo para que se ocupara de esa parte. Rizo fue el pianista, arreglista y orquestador del espacio. Pero contrario a la creencia popular no fue él el autor del tema de presentación, que es de Elliot Daniel y Harold Adamson —dura 56 segundos—, mas sí fue Rizo quien le agregó la dinámica percusión de cencerro que le caracteriza.

La letra fue agregada posteriormente, y va así:

I love Lucy and she loves me.
We're as happy as two can be.
Sometimes we quarrel but then, ha-ha-ha...
How we love making up again.

Lucy kisses like no one can.
She's my missus and I'm her man,
And life is heaven you see,
' Cause I love Lucy, Yes I love Lucy, and Lucy loves me!

Desi Arnaz fue un promotor de la música latina en Estados Unidos a través de la televisión norteamericana. En el CD The Best of I Love Lucy, que recoge las canciones que cantó en el show, aparecen 30. Sin ser una gran voz, tenía un modo particular de cantar las canciones, y gracias a él el televidente norteamericano se enteró de la existencia de algunas melodías que un catálogo con lo mejor de las composiciones hispanas no puede ignorar: Granada; Guadalajara; Acapulco; El Cumbanchero… Pero además de su graciosa versión de Cuban Pete, Babalú es la pieza que lo identifica.

Babalú, un canto a una de las deidades populares más veneradas en Cuba, San Lázaro, fue escrita por Margarita Lecuona, prima de Ernesto Lecuona, la figura cimera de la música en La Isla. La cantan y cantaron muchos intérpretes notables, como Celia Cruz, pero siempre será memorable la interpretación de Ricky Ricardo en I Love Lucy, mientras toca vigoroso una tumbadora, y termina jadeante y desgreñado.

Cuando se recuerda que en los años 90 se puso de moda el concepto y la palabra de crossover para significar el salto de un artista hispano al mundo anglo —Ricky Martin y su "Vida Loca"—, hay que señalar que Desi Arnaz, pionero del asunto, fue el primer latino en lograr eso.

La presentación que durante años hemos visto y seguimos viendo del show, la del tell up del corazón satinado con la leyenda I Love Lucy en cursivas dentro, no es la original. Ésa fue incorporada en 1959 cuando CBS inició la retransmisión diurna del show. Cuando I Love Lucy se estrenó en la noche del lunes 15 de octubre de 1951, la presentación consistía en un animado en blanco y negro que representaba a Lucy y a Ricky en dibujos tipo fosforito o cerilla, de Hanna Barbera —la eterna rival de Disney—, que aunque cobró el trabajo lo mantuvo en el anonimato porque estaba bajo contrato de MGM. Los personajillos bajaban de un paquete de cigarrillos de Phillip Morris, el patrocinador de ILL, que pagaba $30 mil dólares semanales. Por razones obvias, al retransmitir el show fue necesario crear una nueva presentación.

I Love Lucy tuvo varias temporadas y etapas. Cuando se disfruta de uno de los primeros episodios, por decir, de 1952, y se le compara con otro cualquiera de 1956, se notan las diferencias en ritmo, fotografía, escenografía, iluminación y calidad de la imagen. La sala del apartamento donde la mayoría de las veces ocurre todo, se fue modernizando.

Todos y cada uno de los episodios son francamente geniales e hilarantes. Pero, quién discute que los antológicos son dos: el que incluye la escena de Lucy y Ethel trabajando en la línea de producción de la fábrica de chocolates, y en el que Lucy hace el comercial de televisión del tónico Vitamaetavegamin. No sólo son los mejores de la serie, sino que se trata de dos escenas insuperables en la historia de la comedia de televisión.

Inolvidables también son, por sólo mencionar un puñado, el de la ruptura del contrato de arrendamiento del apartamento a los Mertz; la compra de la tienda de vestir; el del abrigo de visón; el vestido idéntico de Lucy y Ethel, y de la serie de Hollywood, el que incluye a William Holden, y el de John Wayne.

Casi todas las grandes estrellas del momento, sobre todo de Hollywood, con las inexplicables ausencias de Marilyn Monroe y Elvis Presley, desfilaron por I Love Lucy.

Cuando I Love Lucy cerró en el 57, entonces se creó un nuevo show, de una hora —I Love Lucy duraba unos 25 minutos sin editar—, que tuvo 13 episodios, The Lucy-Desi Comedy Hour. Fue otra vez un éxito.

Aquí fue repetida la fórmula de invitar a la pantalla chica a luminarias de la pantalla grande y de otros medios. Posiblemente los más simpáticos de la nueva serie son el de Tallulah Bankhead y el de Maurice Chevalier. De este paquete, el episodio en que Lucy decide criar pollos a espaldas de Ricky, logró la risa más larga del público de televisión cuando se quiebran todos los huevos que oculta bajo su blusa al bailar un tango con él.

Este show todavía fue en blanco y negro. La primera vez que los televidentes de Estados Unidos pudieron apreciar el cabello rojo de la Ball en televisión en colores fue cuando los cuatro actores de I Love Lucy se presentaron en el especial de Bob Hope en NBC en octubre de 1956.

El éxito de I Love Lucy se debe al genio de sus tres escritores, Jess Oppenheimer, Madelin Pugh y Bob Carroll, los mismos que escribieron el guión de My Favorite Husband. De hecho, algunos de los argumentos del show de radio fueron reciclados y adaptados para el de TV.

I Love Lucy revolucionó la televisión aún cuando ésta era nueva. Fue la primera vez que se usaron 3 cámaras en el set. A pesar de la filmación con cámaras de cine, lo que no requería de espectadores, Ricky se negó a agregar risas grabadas después en la edición, y exigió que cada capítulo se filmara en un studio de televisión con público en vivo, porque ése era el ambiente en que Lucy más brillaba.

Aunque filmar tipo cine habría permitido hacer cortes y empezar de nuevo, rara vez esto ocurrió; los shows se hacían de un tirón como si fuese en vivo.

Con I Love Lucy fue también la primera vez que se presentó en la televisión una alcoba conyugal. El severo canon moral del Código Hays impidió la exposición de una cama, de modo que se presentaban dos pequeñas, una para Lucy y otra para Ricky. Así que cuando la serie se transmitió en otros países, hizo creer a los televidentes allá que los matrimonios norteamericanos dormían separados.

Y todavía falta otro elemento inédito: Lucille Ball quedó embarazada por segunda vez al principio del show. Nunca antes se presentó en la televisión ni el cine norteamericanos una mujer en tal condición. Lucy fue la primera, porque los guionistas insertaron la circunstancia real en el argumento. Lo único que la censura moral de entonces prohibió el uso de las palabras “preñada” o “embarazada” para describir el estado de Lucy con el término encinta, o la frase Lucy’s expecting. Justamente uno de los episodios más graciosos es aquél en que después de haber ensayado ecuánimemente Ricky, Ethel y Fred qué hacer cuando Lucy estuviese de parto, al llegar el instante el nerviosismo destroza todo lo planeado.

El día real de su cesárea se planeó para hacerlo coincidir con el parto en el show, lo cual podría interpretarse como el boceto de lo que medio siglo después serían los reality shows.

This is it, Ricky, dice Lucy en ese momento, lo que es una de las frases más conocidas del show. Y hay muchas: It’s hot in here!, Lucy en el capítulo del comercial del tónico; ¡Pero-mira-que-tiene-cosas-esta-mujer!, Ricky atropelladamente en español cuando Lucy lo saca de quicio y, probablemente, la más famosa de todas: Lucy, I’m home!, que exclama Ricky desde la puerta cada vez que llega a casa.

Cuando para 1956 el show era ya todo un hit, Oppenheimer le sugirió a CBS que comenzará a correr de nuevo los primeros episodios que la teleaudiencia recientemente ganada no había visto. De modo que puede decirse también que con I Love Lucy nació el rerun de la televisión norteamericana.

Todas estas cosas hacen de I Love Lucy un producto único e irrepetible. Y el respeto al público. Desi Arnaz prohibió que el show se hiciesen chistes alusivos al origen, raza, clase o condición física o limitaciones mentales de cualquiera de los personajes, elementos tentadores para tantos libretistas en el mundo que han creado no sólo sketches sino comedias y series enteras basadas en estas características como, por sólo mencionar dos, El Chavo del 8, y Family Matters. Pero cual un terrible asterisco de la felicidad de la pareja imaginada de Lucy y Ricky, el éxito de I Love Lucy encerraba un fracaso: el de la pareja en la vida real de Lucille Ball y Desi Arnaz.

Profundamente enamorados como tantos allegados han reconocido, cuando Lucy propuso que Desi le acompañara como pareja artística en el show siempre se ha dicho que lo hizo para evitar el naufragio del matrimonio, y las razones que adujo ella o adujeron luego los historiadores eran que se veían poco porque Arnaz siempre estaba de gira con su orquesta, y ella filmando películas. En realidad los motivos eran otros: Ricky tenía reputación de mujeriego, y probablemente pesaba también el hecho de que ella era 6 años mayor que él.

Pero en el platillo negativo de la balanza contaban otros contrapesos: la disparidad de caracteres. Siendo como era una mujer del jet set, su propia hija ha dicho que su mamá era una homebody person, y su papá un party animal.

Tuvieron dos hijos, Lucie Arnaz, que nació el 17 de julio de 1951, meses antes del estreno de I Love Lucy, y Desi Arnaz Jr., en enero 19 de 1953, embarazo que incorporan al show.

Finalmente, tras concluir el show de una hora, Lucille Ball y Desi Arnaz se divorciaron el 4 de mayo de 1960. Fueron buenos amigos hasta que la muerte los separó.

I Love Lucy es todo un símbolo y academia de la buena televisión, de la que acaso ya no existe, y de cómo hacer humor sin vulgaridades ni doble sentido, lo que hoy parece imposible para los libretistas. Es por eso que todavía cada año lo ven 40 millones de televidentes norteamericanos, muchos de los cuales son nietos de la generación que creó y dio vida a la comedia de televisión más grande de la historia. Y en el centro, su reina indiscutible, Lucille Ball.
 
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