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A 10 años de su fallecimiento

Disección de una MALA INTENCION

Un análisis a lo que sobre la muerte de Celia Cruz la prensa comunista cubana publicó en julio del 2003.
 
Este artículo fue escrito el 21 de julio de 2003 por el editor de este website y publicado en el rotativo TRIUNFO esa semana, en el marco de la muerte y funeral de Celia Cruz. En el décimo aniversario de la pérdida de la Guarachera de Cuba, decidimos reproducirlo para que entre en el archivo de la memoria y nadie olvide cómo el periodismo castrista y sus gestores, por fanáticos y serviles, se cubrieron de fango... como siempre.
 
Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA,
domingos a las 12:00pm ET por WQBA 1140 AM ,
y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes a las 5:00pm,
por WAQI 710 AM, en Miami, Florida,
ambas emisoras de Univision America.

Debe ser un genio de la maldad el periodista que redactó en el diario Granma de Cuba el obituario de Celia Cruz. La nota de dos párrafos, que no por su brevedad está exenta de perfidia, íntegra en su reproducción aquí, es la que sigue:

FALLECIÓ CELIA CRUZ
A los 78 años de edad falleció, víctima de un tumor cerebral en la ciudad norteamericana de Nueva Jersey, Celia Cruz, importante intérprete cubana, que popularizó la música de nuestro país en Estados Unidos.

Durante las últimas cuatro décadas se mantuvo sistemáticamente activa en las campañas contra la Revolución Cubana generadas desde Estados Unidos, por lo que fue utilizada como ícono por el enclave contrarrevolucionario del Sur de la Florida.

   ¿La ignoramos? Siempre sería inteligente hacerlo. Pero cuando veo todavía a estas alturas a tanto ingenuo caer víctima de semejantes maestrías de la mala intención, no puedo ceder a la tentación —y a la responsabilidad—, de hacer una disección de esta noticia.
  
   Que no se engañe nadie pensando que la esquela mortuoria —que en realidad no lo es sino una vitriólica eulogía—, fue redactada por un inexperto recién graduado de Periodismo de la Universidad de la Habana que desconoce quién fue Celia Cruz, vetada en La Isla desde 1959. Tampoco por un redactor agotado y negligente al que le asignaron la triste tarea de quedar bien con Dios y con el Diablo... aunque más con el segundo que con el Primero. Por mi parte, no voy a asumir que la redactó el propio Fidel Castro, no sólo porque sería un argumento delirante —aunque no del todo infundado ni falto de antecedentes—, sino porque, simplemente, la prensa de Cuba no necesita de ello; desde hace años está entrenada para la defender lo ignominioso como los adoctrinados mastines del tiránico cerdo Napoleón en la novela "Rebelión en la Granja", de George Orwell.
  
   La parca pieza merece ser enmarcada para futura referencia histórica: es la vuelta al lenguaje original de trinchera y, a la vez, la pataleta estertórica de la fiera desahuciada. Concienzudamente escrita —y no lo contrario—, cuando esta joya de la insidia se coloca bajo la lupa, enseguida afloran sus signos de mala fe. Su lenguaje es una mezcla de mensajes explícitos con telegrafía subliminal en salmuera peyorativa. Por eso no dudo que, por su naturaleza mortificante, para empezar, se cite la edad de Celia Cruz que ella, como toda dama presumida, prefirió siempre solapar. 
  
   Sigue pues la nota con la frase "falleció en la ciudad norteamericana de Nueva Jersey", lo que lleva implícito lo de "apátrida" que prefirió morir en tierras del imperio enemigo. No era necesario tampoco lo de norteamericana; con Nueva Jersey a secas, bastaba. Por otro lado, no escribieron New Jersey, sino Nueva Jersey, no por respeto a una norma elemental de periodismo de traducir en lo posible la toponimia ajena al idioma del país del medio, sino para manifestar su desprecio por el inglés, la lengua de los Estados Unidos —interesarse vívidamente en Cuba por aprender inglés, cuando menos convierte al entusiasta en un ciudadano estigmatizado—. A continuación, no podemos eludir el elogioso pero nada vibrante adjetivo de "importante"; Celia los merece mayores.
  

Inmediatamente la llaman "intérprete". ¿Por qué no "artista"? (¡Oh no, que eso es para Alicia Alonso!). Pero el colmo de la abyección lo hayamos cuando la nota reza "que popularizó la música de nuestro país en los Estados Unidos". Al decir popularizó la pintan apenas como eco, sepultando el hecho de que Celia era vista como la música cubana misma. Y al escribir sólo en "los Estados Unidos", minimizan y restringen la obra e imagen de Celia, que fue universal. Al expresar "la música de nuestro país", va una ofensa subliminal: usurpadora.
  
   Los que conocen los giros de la prensa comunista cubana, saben muy bien que los 'revolucionarios' no mueren de cáncer, sino de "una larga y penosa enfermedad" —una frase que a pesar de candorosa los burlones interpretan como una dolencia letal en el miembro viril masculino—, ni de infartos ni apoplejías, sino de "una repentina dolencia". Sin embargo, los enemigos de la revolución mueren de enfermedades terribles y detalladas, y claro que merecidas. La explicación de "tumor cerebral" es de un regodeo mórbido, una especie de pueril "¡me alegro!".
  
   Si los oficialistas de la prensa allá tuvieran un poco de caballerosidad —que al parecer junto con el Son también se fue de Cuba—, se habrían conformado sólo con el párrafo inicial y entonces, a pesar de él, se les podría respetar con la serenidad de los discrepantes civilizados. Pero en su lugar, con la obstinación del perro huevero, se revuelven en esta orgía de odios. Si alguien aún lo duda, ahí está la andanada del segundo párrafo y final de este obituario rabioso. Allí, el adverbio "sistemáticamente" es de indiscutible aliento despectivo, que es el mismo de la frase "se mantuvo activa en campañas contra la Revolución Cubana". Es en esto, y no en su proyección cultural, que definen a Celia como “ícono”, negativamente, por supuesto. Mas, el plato fuerte de la infamia es cuando dicen que Celia fue "utilizada", haciéndola lucir sin ideas propias ni convicciones, juguete de propósitos ajenos.
  
   Caricaturizar y humillar a todo aquel que se le enfrente es una práctica consuetudinaria de la prensa comunista cubana. Mas, ciegos de resentimiento y aún en sus malas voluntades imperfectos, no se dan cuenta que ese último párrafo, que destaca la posición patriótica de Celia, es un elogio en esencia. Ya lo quisiera cualquier cubano exiliado como epitafio sobre su tumba.
  
   Al principio dije que genio. No. Pobre diablo tú que escribiste la nota del Granma. Das lástima. Quién sabe si sueñas con la inmortalidad. ¡Pero estás tan lejos de Celia! Mas, qué se le va a hacer, si hasta los miserables tienen sus quimeras...