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• Desde Miami, en la Florida, hasta Iowa, donde se hallan los célebres Puentes de Madison County, que dieron vida a la novela y película homónimas.

• Paradas en New Orleans, Lousiana, y en el famoso Cadillac Ranch, en Amarillo, Texas.
• Una nueva incursión por la histórica Route 66.
• Frío brutal: 7ºF/11ºC bajo cero al llegar a Iowa.
• Cruzamos el Río Ohio en un transbordador
• El RX35 dio mejor millaje que el estimado por la EPA
• Qué comimos; dónde pasamos el Año Nuevo...
• ¿Cuánto gastamos en gasolina?

 

Por: PEPE FORTE editor de i-friedegg.com

Todas las fotografías son del autor

El 2008, un año difícil e histórico, decidió regalarnos a los que vivimos en Estados Unidos un aliciente como broche de cierre: precios bajos de la gasolina a pie de bomba, como consecuencia del desplome del barril de petróleo en el mercado internacional. Con ello, la autopista volvió a ser tentadora para muchos automovilistas tras prevalecer prohibitiva durante casi 9 meses. En ese marco —acaso aprovechando las circunstancias que no sabemos si se repetirán— hicimos una prueba de carretera al Lexus RX350 del 2009, un vasto recorrido —casi por inspiración—, desde la ciudad de Miami, en la Florida, hasta el Condado de Madison, en el Estado de Iowa, con escala en New Orleans y el Cadillac Ranch en Amarillo, Texas, y regreso a la Capital del Sol. Unas 4 mil 500 millas que revelaron las virtudes del RX350 en larga distancia, decoradas con elementos del viaje ineludiblemente atados a la historia del automóvil en Estados Unidos y que buscamos y perseguimos afanosos a lo largo del periplo, cuyos detalles desgranamos ya:

El viaje arrancó el viernes 26 de diciembre del 2008, cuando entramos al Ronald Reagan Florida Turnpike exactamente a las 7 de la mañana. Así dejábamos detrás las ansiedades pre-navideñas de compras, compensadas por las alegrías del 25 de diciembre. Ya había amanecido y, antes de subir a la carretera, pusimos gasolina a $1.95, por valor de $29.25 correspondientes a 15 galones. Nuestro marcador de millas fue setteado a cero punto cero. La temperatura, unos tolerables 71º.

La primera parada fue en la plaza posterior a "la del medio", en Fort Drum. Esto aconteció en la milla 164.5, todavía con 71º, a las 9:40 a.m., cuando faltaban 79 millas para llegar a Orlando, a donde arribamos a las 10:52, con 5 grados más de temperatura, tras agotar 243 millas. Y como la capital mundial del entretenimiento siempre ofrece muchas alternativas, decidimos dar una nueva pasada a la ciudad, para almorzar en el restaurante Uno Chicago Grill.

A las 3:55 regresamos al Turnpike Norte con 268 millas en la bitácora. La siguiente parada habríamos de hacerla en Ocala, unas 75 millas al Norte de Orlando, donde el RX reclamó su propia dieta, y le obsequiamos $25 de gasolina premium que, a $1.92 el galón, representó 12.960 galones. Ello ocurrió a las 5:05 p.m., en la bajada 350, donde hallamos 79º y alcanzamos las 268 millas de rodada.

Una vez alimentado el vehículo, regresamos a la autopista y luego, a las 6:05 p.m., cambiaríamos dramáticamente de rumbo al Oeste hacia la I-10, porque nuestra ruta tocaría en las dos primeras de tres etapas del viaje de ida las ciudades de New Orleans (Louisiana), y Amarillo (Texas), y ésta es la vía por ahora para llegar al destino primario. Pero antes hay que pasar por la capital de la Florida, Tallahasse, a donde arribamos a las 7:36 p.m., con 512 millas de inventario y 64º. Cielos despejados hasta aquí. Y a las 8:15 subiríamos a la máquina del tiempo y regresaríamos exactamente 60 minutos atrás, pues en este punto en que el tacómetro del carro denunciaba las 558 millas recorridas, cruzamos el timeline, es decir, la línea de la Hora Central de los EEUU.

Poco después pondríamos fin a la primera jornada cuando paramos en la bajada 120 de la I-10, para pernoctar en la milla 598.4. Allí está el poblado de Chipley, que nos recibió con 64º, y donde decidimos cenar frugalmente una ensalada en Wendy's.

Poniendo gasolina antes que saliera el Sol...

El sábado 27 de diciembre comenzó temprano para nosotros. Abandonamos Chipley a las 5:44 a.m. con 60º, no sin antes poner de nuevo gasolina por $23.20 dólares para una gaseada de 11.9 galones a $1.95. Ya aquí vimos la primera gasolina más barata del recorrido: $1.67 el galón regular.

Al salir de Chipley en nueva ruta de 109 millas a Pensacola, estaba oscuro. Y por Pensacola pasamos a las 7:10 de la mañana justo cuando coincidentemente alcanzábamos la milla 710. Poco después, a las 7:44 a.m. con 718 millas avanzadas y 68º, cruzamos la frontera Florida-Alabama, haciéndose ya recuerdo esa parte del Estado del Sol que lleva el ingenioso nombre de panhandle. Aquí, y con luz, notamos que los celajes azules de ayer eran cosa del pasado, pues nos cobijaba un plomizo cielo nublado, típico de invierno. Y, en breve, haríamos una de las paradas más interesantes del viaje: El Parque Memorial del Crucero Alabama.

Una segunda visita en 7 años al Battleship Alabama Memorial Park
En la milla 755 arribamos al Battleship Alabama Memorial Park, en nuestra segunda visita en 7 años. El sitio es un interesante museo aeronaval al cual se accede pagando $2.00 por vehículo. Ubicado en una planicie junto al mar en la ciudad de Mobile, preside el parque el veterano crucero de guerra USS Alabama, anclado allí, y el que se puede visitar por $12.00 por persona. El museo incluye en display además, al tristemente célebre —como lo son todos los bombarderos famosos— B-52D "Calamity Jane", un as de la Guerra de Vietnam; un Blackbird, y alrededor de una veintena más de aeroplanos militares, y el submarino USS Drum SS-228. (Aunque las noticias dijeron que el B-52 había sido muy afectado por la racha de ciclones que en los últimos años ha azotado la zona, a nosotros nos pareció que el avión lucía como la última vez que le vimos, y no notamos huellas de restauración).

En este museo hicimos una escala en noviembre del 2001, en una prueba de carretera de poco más de 2 mil millas de Miami, Florida, a New Orleans, Louisiana, de la primera generación del Toyota Prius en Estados Unidos.

Del museo partimos a las 9:12 con 66º, camino a New Orleans. En nuestra milla 788 entramos en Mississippi a las 9:40 a.m., con 73º, y hay viento. En la milla 865, a las 10:44 a.m., rebasamos el límite de Louisiana. New Orleans ya casi podía olerse. Esta vez, a diferencia del viaje con el Prius en el 2001, evitamos Biloxi, y ya a las 11:28 de la mañana, con 77º, nos vimos aparcando al RX en el estacionamiento público de New Orleans, frente al Hotel Westin, al pie del Barrio Francés.

¡Oh, New Orleans..!
Desandar New Orleans es siempre una experiencia memorable. En el bello Barrio Francés, con sus balcones de encaje, al paso de carruajes de caballos y con las bandas callejeras de skiffle, las horas vuelan caminando lo mismo por la avenida Canal en el downtown de la ciudad, que por Royal o la erotizante Bourbon, no apta para moralistas. Y un recorrido en el sistema de tranvías, con sus rechinantes carros Brill que te llevan a dondequiera, es asunto obligado. También, comprar el tradicional dulce de la ciudad: las pralinas.

El autor muestra una pralina, el apreciado dulce típico de New Orleans.

Almorzamos en el concurrido restaurante French Market... ¿y qué si no una típica comida cajun picante? Un breve trago de Southern Comfort nos dio energía para seguir andando después del lunch.

Almuerzo y cena en New Orleans con puro sabor Cajun: Langostinos, Jambalaya, Gumbo y cocodrilo empanado.

Y, antes de partir de New Orleans esa noche, cenamos un gumbo con filetillos de cola de cocodrilo empanados, en Jackson Square, en una de las esquinas de la catedral, en un edificio en cuyos altos se hallan los apartamentos más viejos de los Estados Unidos.

Oscurece. Es sábado en la noche y ya se nota el movimiento correspondiente a ese día. Aunque no tanto... ¿será que aún es temprano, o es la crisis económica? Hemos visto a New Orleans más movida, y no precisamente en Mardi Grass...

 

A las 6:21 abandonamos esta adorable ciudad que todavía hoy cuando uno se aparta a las barriadas residenciales, halla que no cicatriza las heridas de la brutal temporada ciclónica del 2005, cuando el huracán Katrina la arrasó. Por si fuera poco, aunque no tan abrumadoramente, la dosis se repitió en el 2008...

Tenemos que poner gasolina —aunque no propiamente de sabor cajun—. Hallamos una gasolinera en los arrabales de NO. Son las 7:04 p.m. 13.03 galones a $1.89: $25.13. Hay 72º, y nos espera de nuevo la carretera...

Ahora estamos en Morgan City a las 9:13pm. Vamos a dormir en un modesto motel en nuestra milla 995.7. Hay 70º. Llegamos aquí a través de la 90 West, que dentro de poco será la  I-45.

El domingo 28 dejamos Morgan City a las 8:24 de la mañana. 55º. Saliendo, descubrimos un viejo puente de hierro que se merece todas las fotos del mundo. Mi Canon EOS 5D se encarga del asunto y le dedica con esmero sus 12.8 megapixels a cada instantánea. Luego entramos en la carretera LA182.

En la milla 1064.7 dejamos la 182 para ingresar otra vez a la carretera 90 West. Son las 11:44 a.m., con 52º, y el día ha ido empeorando. En este punto hago un alto en el camino para mi intervención radial a nuestro show dominical nacional SOBRE RUEDAS por ESPN Deportes Radio en Español. En el estudio en Miami están mis colegas Jaime Flórez y Sergio Tacchella, y con ellos y con nuestros oyentes comparto mis primeras impresiones sobre el Lexus RX350 en la carretera.

El Lexus RX350 del 2009
El Lexus RX llegó por primera vez al mercado de Estados Unidos como una respuesta de plano al por entonces también debutante Mercedes-Benz ML320. Ambos vehículos daban así los primeros pasos en un nicho particular de los SUV, al que posteriormente se le llamó crossover, en este caso, de lujo.

En aquella época se llamaba RX300 porque le acompañaba un motor V-6 de 3.0 litros. Posteriormente, fue rebautizado como RX330 cuando cambió al por entonces motor premium de Toyota, un V-6 de 3.3 litros que heredó de la segunda generación de la minivan Toyota Sienna, que fue la que lo estrenó. Ahora, en esta camada, subió al motor de 3.5 litros, y por eso lo de RX350.

Por otro lado hay que decir que aún en esta generación, el Lexus RX350 hereda muchos elementos capitales que le definen y que han estado presentes en su diseño desde el primer momento. Uno de éstos es la palanca de cambios ubicada en una protuberancia que otras veces he descrito como "podio". Además, en general todavía hoy, se advierten bajo la silueta actual las líneas originales, sólo que en esta nueva interpretación el vehículo ha agudizado su dibujo exterior para una apariencia más angular y dinámica.

La característica principal del RX350 es su rodaje. El vehículo hace un matrimonio perfecto entre motor, transmisión y suspensión.

La cabina es ergonómica; garantiza una magnífica relación entre el conductor y los elementos indispensables de manejo del vehículo, así como la panelería de instrumentos. Las largas horas de conducción al volante del RX350 no devuelven el cansancio esperado, sino por el contrario, más deseos de prevalecer al timón. Sin embargo, tras dilatadas jornadas de conducción deploré la carencia de más portavasos y noté que el material del lomo del panel interior de la puerta junto a la línea baja de la ventanilla donde uno no debe apoyar el brazo —pero lo hace—, es duro y por tanto el codo se resiente. Pero la valoración general es 100% favorable o, en todo caso, de 99 si contemplamos este par de pálidas quejas que acabo de hacer. ¿Una observación más? El espacio de carga trasero no es más amplio que algunos de su rivales de mercado; el tercio final del vehículo, cuando se le mira en perfil y se le descubre inclinado hacia adelante, es responsable por la falta de algunas pulgadas cúbicas más de capacidad para equipaje.

Mi unidad de pruebas no era la mejor dotada de todos los cortes en que se ofrece el RX. Las ausencias en este modelo son aquellas que precisamente eché de menos para un largo viaje en invierno: faltaban los asientos térmicos —que en la frontera con Iowa añoré—, conexión auxiliar para un tocador MP, sistema de navegación satelital, y transmisión AWD. Estas características y otras, más sofisticadas, están presentes en modelos más elevados. Mi RX de test tenía un precio final exacto de $40,585. El básico del RX350 es de $37,700 pero, según dotaciones, puede rebasar los $42 mil. Como dato añadido, no se desea un Lexus sino con asientos de piel, pero la mayoría de los prospectos desconocen que aunque difícil de conseguir, el RX está disponible en tapicería de tela.

Si exceptuamos la versión híbrida RX400H que viene con motor de 3.3 litros, el RX350 se ofrece sólo en V-6 de 3.5, que genera 270hp y está conectada a transmisión automática de 5 velocidades. En este viaje de prueba la mayoría de las autopistas importantes por las que conduje limitaban la velocidad máxima a 70mph. Con el cruise control fijo en unas 68mph, las revoluciones del motor se mantenían un poco por debajo de las 2 mil por minuto, lo que le hace un vehículo de buen rendimiento. El certificado de consumo de la EPA estima bajo el nuevo sistema de medición más realista en vigor desde el 2008, 18mpg en la ciudad y 23 en la carretera. El monroone de mi RX calculaba un gasto anual de gasolina de $3,225 al alucinante precio de $4.30 el galón —que afortunadamente tanto en diciembre del 2008 cuanndo hicimos el viaje, y enero del 2009, cuando escribimos este review era una cifra profundamente desaparecida—, en 15 millas. Y, ahora que hablamos de millas... ¿por dónde vamos?

El precio de gasolina más bajo que vimos durante el viaje estuvo en el orden del dólar con una treintena de centavos, para la regular. Pero no pudimos beneficiarnos de tal bonanza porque nuestro vehículo de pruebas exigía premium. Aún así, sólo una vez hallamos ese tipo de gasolina por encima de los $2.00.

Seguimos saliendo de Louisiana
Pues son las 12:00 p.m., y continúa muy nublado y lloviendo en nuestro marcador de 1074 millas recorridas, cuando con 52º nuestra carretera se convierte en la anticipada I-49.

A las 12:23 p.m., con el cielo oscurísimo, dejamos la 49 para entrar en la 167 Norte, en la milla 1097, y a la 1:11 p.m., casi cabalísticamente, llegamos a la millaje de 1111, con 50º, y estamos en Villa Platte, donde pararemos para almorzar. Tras un fugaz lunch, en la milla 1115, con  48º, incursionamos en la belleza íntima de las carreteras de segundo orden como la 10, por la que circulamos ahora (no confundir con la Interestatal 10, que es otra). Por aquí avanzamos hasta nuestro marcador de 1183 millas ya con 48º a las 2:43 p.m. para ingresar en la 171 Norte.

Poco después, sobre las 3 y 20 del mediodía, comenzamos a divisar esperanzadoramente, delante de nosotros, el borde de salida de las nubes del mal tiempo, que en realidad era un frente frío (foto inmediatamente debajo):

Esperanza perspectiva: Comenzamos a divisar el borde de salida del mal tiempo estando todavía en Louisiana, pero cruzaríamos bajo él justo al rebasar la frontera con Texas, horas después.

Esta carretera, la 171, apartada y solitaria, cruza largamente un bosque y carece casi totalmente de puntos de parada y abastecimiento, por lo que nuestra reserva de gasolina en el tanque mermó agudamente hasta que sobre las 4:45 p.m., con 48ºF, arribamos al poblado de Mansfield —todavía en Louisiana—, donde cargamos 16 galones a $1.78 para $28.50 (Recordemos que toda la gasolina usada en el RX en el viaje fue premium, que así lo exige las caraterísticas del auto; no pudimos favorecer a nuestra billetera de los bajos precios del combustible regular, que vimos hasta en $1.31 el galón). 

El marcador de autonomía del RX350 indica que sólo hay reserva para una milla. En realidad queda para más. Cuando este conteo se exhibe en el display, aún el tanque cuenta con un par de galones en existencia, suficientes para un radio de unas 40 millas.

Tras la gaseada conectaríamos con la LA189 y luego, a la 169. Otrio cambio más a la 80 y entonces a las 5:30 p.m. con 47º, trepamos a la Interstatal 20 en nuestra milla 1304 para ir hasta Dallas, Texas, que en este punto distaba 173 millas adelante. Aquí el tráfico se complicó un poco en lo que se suponía que era cual llamó Alberto Cortés en una de sus canciones "la caravana de regreso de los domingueros", pero no; se trataba de un cierre de senda que ralentizó la circulación. Curiosamente poco después, a las 5:37 en la milla 1309.5, cruzamos la frontera con Texas y justo aquí terminó el borde final del mal tiempo. Hay 46º...

A las 9:18 paramos en las afueras de Dallas con 45º en la milla 1487 y comimos rápida y ligeramente en un Boston Market. Decidimos adelantar un poco más.

Son las 9:50 de la noche con 43º y paramos en la milla 1548 en Decatur, de donde partimos a las 5:59 de la mañana del lunes 29, con 37º. Ahora vamos camino a Wichita Falls. El timón de madera está tan frío...

 

La luz dorada del amanecer nos pega desde atrás, "rebotada" por los espejos retrovisores, y nos iluminan el rostro. Es como un buen augurio: nos vamos poniendo amarillos según avanzamos hacia Amarillo, Texas.
Nos empezamos a poner “amarillos”
Entramos a Wichita Falls a las 7:06 a.m. en la milla 1617.8. Nos quedan 230 a Amarillo. Hay 30º y ha empezado a amanecer. No estamos haciendo otra cosa que acercándonos más y más a Amarillo, en Texas.

La gasolina más cara del viaje la pusimos en Vernon: $2.09 el galón. Para colmo, sólo estaba disponoble el full service como alternativa para tanquear.

En Vernon volvemos a tanquear, con 27ºF(2ºC bajo cero) de temperatura que, por integrar ya el ambiente seco de Texas, no se sienten como tal. Estamos en la milla 1669 y son las 7:52 a.m. Pagamos $35.53 dólares por 17 galones a $2.09. Saliendo de Vernon, la temperatura cayó un par de grados más.

A las 10:51 a.m. con 54º en la milla 1805, entramos en la carretera 254, francamente destino Norte según la brújula del carro en el retrovisor. A las 11:08 a.m. con 57º en la milla 1817, arribamos a un punto crucial del viaje: la I-40 West, conocida también como la "Autopista Asesina".

Pisando de nuevo la nostálgica Route 66
Este instante es importante para mí como periodista de automovilismo. La Histórica Ruta 66 siempre ha ejercido en mi persona una vieja y nostálgica influencia. La Carretera de América, la Madre de Todas las Carreteras y su historia, me ha provocado a perseguirla por toda la geografía norteamericana, y este es un segmento de ella aún virgen para mí. De las secciones que quedan de Route 66, absorbidas por la 40, o languidencientes, más o nos erosionadas a lo largo de ésta en varios estados del país, éstas del área de Texas y Oklahoma no las había visitado todavía y son  motivo de satisfacción recorrerelas con un vehículo del tercer milenio y fotografiarlas con una cámara del Siglo XXI. Con 57º y cielos espectaculamente azules, entramos de lleno en el primer segmento de la Route 66, gracias a la inefable labor de navegante de mi esposa Millie que maneja los mapas con una destreza que habrían envidiado las tripulaciones de los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial.

Una de los dos destinos más importantes del viaje es el Cadillac Ranch, cuya inminencia nos excita. Pero descubrimos que en nuestra ruta, antes de llegar ahí, hallaremos una réplica de instalación, más modesta, basada en Volkswagens Beetle.

Tras desandar felizmente algunas millas por la vieja 66, llegamos a Conway a las 12:17, donde encontramos el Rancho de los VW. Después de una breve parada allí para apreciar y fotografíar el "monumento", empezamos a entrar en el Distrito Comercial de Amarillo sobre la 1 de la tarde en la milla 1880, con 59º.

Fue la Interestatal 40, expedita y veloz, la que "mató" a la Route 66.

Llegamos al Cadillac Ranch pero, primero...
Ya en Amarillo, no nos fue nada difícil encontrar el Rancho de los Cadillacs, a un lado de la I-40, perfectamente divisable sobre ésta. Pero es poco más del mediodía, y aunque estamos en invierno, cuando la luz es buena todo el día porque es más lateral que en otra época del año ya que el Sol nunca sube al cénit ni siquiera al meridiano, a pesar de ello mis ojos de fotógrafo rechazan retratar ahora a los diez Cadillacs clavados de nariz en la tierra. La luz no está mal, pero no es la perfecta. No va a llover, así que lo ideal es regresar más tarde cuando el Astro Rey esté más bajo. ¿Qué hacemos pues? ¡Pues almorzar? ¿Y donde mejor que en el famoso restaurant Big Texan en la bajada 74 de la I-40, que ofrece un steak de 72 onzas que sólo los más osados enfrentan?

En el Big Texan, de Amarillo, Texas, paramos para almorzar antes de fotografiar el Cadillac Ranch. Como dicen que en Texas todo es grande —es el estado de más extensión territorial en el país—, en este restaurant sirven un descomunal steak... ¡de 72 onzas! (debajo):
Nuestro lunch, sin embargo —foto encima—, fue más con los pies en la tierra en lo que a talla respecta...

Dilatando el tiempo, llegamos finalmente al Cadillac Ranch a las 4:05 tras haber recorrido 1921 millas. Hay 64º, viento, y la luz, que empieza a ser dorada, es perfecta. El cielo, envidiablemente azul...

El Cadillac Ranch —o Rancho de Los Cadillacs— localizado en los despojos de la Ruta 66, junto a la I-40, entre las bajadas 60 y 62 de ésta, fue una iniciativa del millonario excéntrico Stanley Marsh, dueño del terreno. Consiste en diez Cadillacs clavados de nariz en la tierra, obra del grupo conceptual artístico The Ant Farm integrado por Chip Lord, Hudson Márquez y Doug Michels. Los modelos de los Cadillacs corresponden a los años, 49, 50, 54, 56, 57, 58, 59, 60, 62 y 63, que según los artistas representan la "Era Dorada" del automóvil norteamericano. Los vehículos, que conservan lo elemental de su estructura metálica y sus rims aún calzados con viejos neumáticos, son soporte diario del graffiti de las decenas de visitantes que acuden allí cada día.

El autor junto a un Cadillac de 1957, el año de su nacimiento.

En ruta a Iowa
Cumplida esta primera parte del recorrido, ponemos ruta a Iowa. A las 7:19 en la milla 2041 pasamos la frontera con Oklahoma, con 60º.

Pusimos gasolina, 12.5 galones a $1.83 para $22.98 a la 8 y 51 de la noche con 45º en la milla 2121, en la localidad de Whetherford, en Oklahoma.

En Wheterford, Oklahoma, en la gasolinera Phillips 66 en que pusimos combustible (arriba a la izquierda del lector), vimos una banderola que orgullosamente rezaba "nuestra gasolina está libre de etanol". Las antológicas estaciones de servicio Phillips 66, aunque todavía presentes en la región central del país, están desapareciendo paulatinamente.

A las 10:21 p.m., con 50º, en la milla 2204, paramos en un Travelodge en las afueras de Oklahoma City.

Al día siguiente es 30 de diciembre del 2008. A las 6:40 a.m., con 45º, entramos otra vez en la I-44, una carretera con peaje, cuyo monto total paga el automovilista a su entrada, y si la abandona en un punto antes de rodar toda su extensión, le devuelven allí la diferencia. Abonamos $3.25 al ingreso y, como pronto la abandonaríamos para visitar otro trozo de la veterana 66, nos devolvieron $1.25 en la bajada. Esta carretera cuenta un límite de velocidad alto: 75mph. Pero a la señal le acompaña una advertencia en inglés: No tolerance.

Llevamos 2 días sin nubes. Ya dejamos detrás las amarillentas planicies de pastos secos de Texas en invierno para comenzar a ver hay bosquecillos y colinitas. En Tulsa decidimos desayunar a lo country en un Cracker Barrel.

Y ahora nos dirigimos a Miami. ¿De vuelta a la Florida? ¡No!, en Oklahoma hay otra ciudad de igual nombre aunque se pronuncia distinto. Allí damos de comer al RX: 14.3 galones a $1.69, para un total de $24.29. Estamos en la milla 2399. Son las 12:57pm y hay 53º en la carretera 69, camino a Kansas City.

Quienes piensan que existe un sólo Miami, el soleado y desbordante de playas del Sur de la Florida, se equivocan. Hay otro, tierra adentro y donde nieva, en Oklahoma. Sólo que se pronuncia distinto...
Decidimos pernoctar en un acogedor AmericInn en la bajada a Osceola-Creston, en Iowa. Salir del auto y llevar el equipaje adentro fue una verdadera odisea: la temperatura ambiental era de 7ºF (11ºC bajo cero), sin contar el factor viento... ¡y soplaba el viento!
31 de diciembre del 2008, temprano en la mañana en Iowa. Prevalecen los 7ºF/-13ºC, todavía a las 9:10 am, como se aprecia en el termómetro del display de la consola (foto encima). En la foto debajo, nótese el capó del auto totalmente escarchado y el parabrisas cubierto por una capa de hielo. El Lexus RX350, sin embargo, arrancó sin titubeos, aunque le dimos su tiempo para que se calentara antes de emprender la marcha.

Por fin... los puentes
Miércoles 31 de diciembre. El último día del año 2008. A las 8:21 a.m. salimos rumbo a los puentes con 7ºF(-13ºC); la temperatura baja récord del periplo. No nevó la víspera, pero el RX estaba todo escarchado, así que perdimos unos 15 minutos entonando su motor y fundiendo la capa de hielo que impedía la visibilidad a través del parabrisas con la calefacción del auto. El RX350 arrancó sin protestar.

Pronto estuvimos en lo que era el objetivo principal del viaje: los célebres puentes cubiertos del Condado de Madison, que dan nombre y vida a una novela y una película basada en ella, protagonizada por Clint Eastwood y Meryl Streep... y por tres camionetas. Habría sido ideal llegar hasta aquí a bordo de un pick-up...

El Roseman, acaso el puente más famoso del Condado de Madison...

En la milla 2778 dimos con el puente más famoso de todos, el Roseman Bridge. Son las 10:01 a.m. y hay 10ºF(-12ºC). Es también aquí una odisea bajar del auto a tomar fotos. Resulta increíble cómo puede hacer tanto frío con un cielo impecablemente límpido y un radiante Sol que parece haber ignorado su función de calentar para resposabilizarse sólo por la de iluminar. Los dedos se congelan —odio manipular la cámara fotográfica con guantes...

Aunque la imagen no es tan nítida, si se observa con esmero, se nota la lectura de $1.55 en el display correspondiente a la bomba de 87 octanos, y $1.45 en la de 89. Es curioso que en esta estación de servicio en Winterset, Iowa, la gasolina de más octanaje era más barata que la de inferior unidad de resistencia a la ignición y, además, no había bombas que dispensaran gasolina premium.

El remanente del día sería un peregrinar por el resto de los 5 puentes: Imes; Cedar; Cutler-Donahoe; Holliwell, y Hogback. Paramos en la ciudad de Winterset, donde pusimos gasolina en nuestra milla 2787. 16.7 galones a $1.45. Pagamos $24.21. Aquí no hay gasolina premium. La regular (de 87 octanos) que no contiene etanol, es más cara ($1.55), que la super unleaded (de 89), que contiene etanol y cuesta $1.45. Curioso... 

En Winterset, donde también transcurre la novela y por tanto la película, almorzamos en el Northside Cafe, un restaurancito donde el personaje de Clint Eastwood —Robert Kincaid—, se bebe un café. Nosotros, hicimos el lunch a la americana: hamburgers y hot dog con chili...

El viaje llegó a su clímax a las 3:50 p.m., en la milla 2826.9, ante "la casa de Francesca", el personaje femenino de la novela/película, al pie de la secuencia de lomitas que hace el camino vecinal de acceso a la residencia. La casa, privada, hay que verla desde la cerca, pero aún así se divisa perfectamente en la distancia la verde camioneta GMC de la cinta, estacionada allí. Hay 21º y decidimos rodar arriba y abajo la sinuosa faja de grava que hace de camino de entrada, que es la 130 Street, y que entronca con el asfaltado Cumming Road. .

Hay que decir que a pesar de las bajas temperaturas experimentadas durante el viaje y de estar ahora en una latitud tan Norte donde apenas unos días antes nevó severamente, los caminos no sólo estaban transitables, sino absolutamente secos y —lo más feliz— carentes de hielo.

Good-Bye, Madison County... hemos alcanzado el destino final del periplo y desde aquí comienza ahora el viaje de regreso.

Empezar a "bajar"... Fin de año con Mark Twain...

La vuelta, descrita a continuación más sucintamente, incluyó una parada esa misma tarde en la ciudad matriz de Iowa, Des Moines, ante cuyo Capitolio bañado totalmente en una luz dorada pasamos a las 4:36 p.m., con 21º.

El tránsito al año nuevo lo pasaríamos en el fantasmal para un 31 de diciembre poblado de Hannibal, Missouri, cuya gloria suprema es que allí nació el genial Mark Twain —uno de mis ídolos desde mi infancia por Tom Sawyer y Huckleberry Finn y luego de adolescencia cuando descubrí su fino humor—, y sitio natal también de la célebre unsinkable Molly Brown, mujer que ganara notoriedad durante el naufragio del Titanic, por su temple y disposición. Eran las 10:26 pm en la milla 3089 y decidimos pasar la noche en ¡bingo!: el Hotel Mark Twain. Vimos desde la habitación del hotel en la TV la celebración del año nuevo en la Hora Estándar del Este, en New York —60 minutos antes de la nuestra en Hannibal, que tiene la Hora Central—... y ¡a dormir!, que las primeras horas del día del nuevo año las veremos en la carretera. A las 7:32am del 1ro. de enero del 2009, con 20º, dijimos adiós a Hannibal.

A las 8:38 a.m., con 23º en la milla 3132, en un poblado llamado Louisiana en el Estado de Missouri, pusimos de nuevo gasolina: 14.1 galones por $23.26 a $1.64. Luego entraríamos en la I-64 que nos condujo a St. Louis, Missouri, a donde llegamos poco antes del mediodía. Almorzamos en un Red Lobster. Dicen que trae buena suerte comer mariscos el día de año nuevo...

La vuelta a casa incluyó ensartar St. Louis, Missouri, donde vimos el arco que simboliza a la ciudad. No pudimos subir: el 1ro de enero es uno de los dos días del año que no abre al público. Pero sí logramos almorzar pastas, pescados y mariscos según lo decidimos temprano en la mañana...

¡Cruzar el Ohio en un transbordador!
Lo más llamativo del viaje de regreso fue la conversión de la carretera 1 de Illinois, a la 94 de Kentucky: Al llegar a las 4:17 p.m. —con 43º— en la milla 3406 al pueblo de Cave in Rock, sorpresivamente nos encontramos que en vez de un puente que atraviese el Río Ohio, éste se cruza en un transbordador para vehículos y personas. Así lo hicimos. El RX350, navegó...

 

La secuencia fotográfica de arriba revela la experiencia del cruce del Río Ohio a bordo de un transbordador. Aunque parece ser una embarcación de una sola pieza, en realidad se trata de una patana inerte empujada por un tug boat. El río representa la frontera entre dos estados.

La experiencia me recordó una semejante en septiembre del 2003 cuando junto a mi amigo y colega Emilio Lezcano debimos cruzar el río Elba en las afueras de Desdre, en Alemania, en un evento automovilístico.

A las 5:39pm, con 39º, en la milla 3431, pusimos 13 galones a $1.65 por $22.73, todavía en Kentucky. Pernoctamos en la milla 3612 a las 9:00 con 43º en un Microtel, una instalación recientemente inaugurada y que estrena una nuevo concepto de hotel, de piezas más reducidas pero muy racionales. Esto fue en una bajada de la I-24.

El 2 de enero salimos a las 5:42 a.m. con 39º y subimos otra vez a la I-24. A las 6:47 minutos de la mañana, esa hora se convirtió en el instante en las 7:47 porque ahí pasamos la línea a la Hora de Este. Ocurrió en la I-59, en nuestra milla 3666, con 36º de temperatura.

 

A las 11:48 a.m., con 46º en la milla 3818, pusimos $24.50 de gasolina a $1.89 para una tanqueada de 12.9 galones, en la localidad de Newman, en Georgia. Ya nos estamos aproximando a casa. Llegaremos hoy. Unas horas después almorzaríamos en Griffin. Hay 52º que se sienten más fríos que otras temperaturas más bajas experimentadas durante  el viaje, acaso por la presencia de la humedad, porque llueve aquí y está muy nublado. La temperatura bajó un poco más según nos aventurábamos al Sur, hasta alcanzar los 50º, cuando a la 1:39 p.m. entroncamos con la I-75 bajo fina llovizna en la milla 3868. Este es, sin duda, el comienzo del epílogo del viaje. Faltaban entonces según cartel anunciador 43 millas para alcanzar Macon, pero nosotros no contemplábamos pasar por ahí, como hemos hecho en otras ocasiones.

A las 4:47 p.m., entramos en la Florida, que nos saludó con unos amistosos 70º. Luego, a las 6:09 p.m., pusimos por última vez, gasolina por $25 dólares para 12.8 galones, a $1.94. Hasta el instante habíamos extinguido 4147 millas. Esto fue en Gainsville.

Home again...
A las 7:06, ingresamos en el Ronald Reagan Florida Turnpike en la milla 4208 y, como ya era de noche, la temperatura bajó un poco a 64º. Una parada en una de las plazas de la faja vehicular representó la escala final, hasta abandonar el Turnpike en la bajada de la 120 Calle en el área de Kendall en la ciudad de Miami, justo donde una semana antes el viaje se había iniciado. Eran las 11:47 p.m.. La temperatura prevalecía en 64º, y nuestra bitácora resumía 4493.9 millas. Es bueno volver a casa, sanos y salvos, tras hacer un viaje interesante. Nos vemos en la próxima aventura de carretera. Se lo prometo...

Y ahora, puede consultar la bitácora:

BITÁCORA:

Vehículo: Lexus RX350 del 2009. Motor V6 de 3.5 litros.
Consumo según EPA: 18mpg ciudad/23mpg autopista
Millas recorridas: 4493.9
De: Miami, Florida, a Madison County, Iowa, con escalas en New Orleans, Louisiana, y Amarillo, Texas (The Cadillac Ranch).
Fecha: Desde Diciembre 26 del 2008 hasta el 2 de enero del 2009
Costo en gasolina: $333.58 (Unos 7 centavos por milla)
Número total de galones de combustible consumidos: 182.13
Número de tanquedas: 13
Millas por galón: 24.67 (Mejor autonomía que la certificada por EPA)
Combustible más caro pagado: $2.09 galón, gasolina premium.
Combustible más barato pagado: $1.45 galón, gasolina premium.
Combustible más barato visto en el viaje: $1,31 galón, gasolina regular, en Louisiana.
Clima: Sol, cielos parcialmente soleados en la porción Sur de la Florida. Nublado y lluvioso desde el Florida panhandle hasta Louisiana. Despejado totalmente con cielos azules desde Texas hasta Iowa y de regreso a través de Missouri y Kentucky, hasta hallar cielos nublados y lluvia de nuevo en Georgia y parte de la Florida.
Temperatura más baja registrada: 7ºF/-13ºC, Iowa, noche Dic. 30 y mañana Dic 31.
Incidencias de tráfico: En Texas recibimos un warning por exceso de velocidad –unas 9mph por encima del límite establecido—. El cortés agente sólo dejó el reclamo en la categoría de "aviso" gracias a nuestro récord de conducción impoluto.
Incidencias mecánicas: Ninguna.