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La Mesa Redonda invoca falacia

En el oficialista programa de CUBAVISIÓN, recientemente sus conductores arreciaron sus ataques verbales contra la oposición cubana. Lázaro Barredo, el más fanático del trío de conductores del espacio, justificó la represión de las autoridades castristas a la marcha de Las Damas de Blanco, aduciendo que éstas, como se hace en los países democráticos, no solicitaron el permiso de manifestación.

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com
Posted on April 19/2010

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Los Tres Jinetes del Apocalipsis Cubano, Randy Alonso, Reynaldo Taladrid y Lázaro Barredo, o el feo, el malo y el sucio, volvieron a la carga recientemente en su mesa cuadrada —que redonda no es, que allí se escucha sólo una opinión— y arremetieron contra la oposición interna. Y del trío, como siempre, el anciano Barredo, con su voz gangosa, fue el que al estilo de las “genialidades” de Alarcón, con tal de justificar el atropello de las autoridades castristas a Las Damas de Blanco, invocó el permiso a manifestación. Alarcón expresa imbecilidades*; Barredo, cinismos. Son las especialidades de cada uno.

Lo digo de nuevo: una de las personalidades más repugnantes del régimen cubano es Lázaro Barredo. Tanto, que más que asco, como si el estadío supremo de éste fuese la lástima —¿o acaso lo es?—, da pena. Irritante, este es el tipo de gente del cual uno siente compasión por su familia. Barredo, si tuviese un mínimo de luz en su alma, habría de separarse de toda relación filial —de la que le creo además incapaz— y dedicarse al sacerdocio del castrismo para que no ofenda a sus seres más cercanos con la humillación de tener éstos que justificar luego sus actos. Ya me habría pegado un tiro si Barredo fuese mi padre o mi hermano, porque no me alcanzarían todas la palabras de la Enciclopedia Británica para explicarle al mundo que mi existencia es una y la de él otra, con tal de distanciarme de su bochornosa posición ideológica. Y no crea que exagero porque, cómo pensar de manera contraria cuando Barredo acaba de decir, en su acostumbrado sarcasmo, que Las Damas de Blanco o cualquiera que pretenda manifestarse en Cuba debe contar primero con el permiso de las autoridades.

Barredo sabe perfectamente que las autoridades cubanas NUNCA, NUNCA, van a otorgarle un permiso de manifestación en tanto que contestataria a ningún ciudadano cubano, ni siquiera para una marcha pacífica como la de Las Damas de Blanco. Cuando uno ve y escucha a Barredo decir esto, se produce un nuestro yo interno una batalla entre la rabia y las náuseas, en la que termina triunfando el vómito.

Aunque a pesar de que por sus prevalentes actos de violencia así no lo parezca, sin duda el régimen es hoy más débil: Hace 20 años la mera solicitud de manifestación de un ciudadano que únicamente querría quejarse de la mala calidad del pan racionado, le conducía en el acto de cabeza a la cárcel. Hoy hay una honrosa legión de hombres y mujeres cubanos en La Isla que se les ha escapado de las manos al gobierno opresor y que ya en las cárceles o en las calles, expresan su descontento… pero forzados a hacerlo “ilegalmente”, porque las autoridades nunca le otorgarán derecho a manifestarse, del mismo modo que es contra la ley allá establecer un solo partido político, a pesar de la mentira a sabiendas de Lázaro Barredo. Barredo sabe que la sociedad civil ha sido asesinada en Cuba por cinco décadas y él, con lo que proclama, es uno de sus sicarios.

La gran tragedia del pueblo de Cuba durante 50 años radica más que en los fusilamientos, el presidio político, la represión, el exilio, las familias separadas y las escaseces, en la prohibición de protestar por estas cosas. Pero, me rectifico: qué digo protestar, si la simple queja es considerada lesiva a los poderes del estado en Cuba, y por tanto acto punible. Y me corrijo de nuevo: Peor aún, porque como decía Reynaldo Arenas, hay además que aplaudir la perenne patada en el trasero que por medio siglo la tiranía castrista le pega al pueblo cubano. ¡Ah!, pero entonces llega el más infame de todos los ciudadanos cubanos —diría incluso peor que Fidel Castro—, Lázaro Barrero con su corbata —¿se la habrán enviado desde Miami?— y frente a las cámaras de la televisión nacional dice que Las Damas de Blanco no pueden marchar porque simplemente ¡oh, olvidadizas!, no han solicitado permiso para la manifestación.

Lo más abominable de la personalidad de Barredo es que ni él mismo puede creer en lo que dice. Pero ese el precio que tiene que pagar para tener acceso a complacencias que los cubanos de a pie no pueden alcanzar. Al hacer esto, además de execrable, Barredo es tan prostituta pues como las pobres jineteras maleconeras, aunque éstas tienen más decoro que él. Barredo es una especie de compendio de todas las miserias humanas, una caja de Pandora, pero sin la esperanza como aliciente. Por eso manipula, tergiversa y engaña con alevosía y premeditación. Barredo sabe muy bien que con esa opinión suya intenta equiparar a la sociedad cubana con la norteamericana, que sí ejercita la democracia y los derechos cuidadanos, y eso es una infamia de marca mayor. Pero, ¿qué le vamos a hacer?, si ahí anida su abyección y la de su compañeros en la mesa triangular de Cubavisión, todos inmunes a la vergüenza. Y ofende más aún porque, según su razonamiento, ¿por qué Barredo no le exige también el mismo permiso de manifestación a las turbas animadas por el gobierno que replican a Las Damas de Blanco?

Lo he dicho una y mil veces: el armas más eficaz del comunismo no es el miedo, sino la ignorancia. Sepulto bajo la ignorancia vive y pervive el pueblo cubano, adoctrinado y confundido malvadamente por personajes como Lázaro Barredo que, sofista, lo embute con razones aparentes.

Cuando uno ve todavía a estas alturas en pleno siglo XXI a homúnculos morales como Lázaro Barredo, qué trabajo cuesta rechazar la tentación de rehabilitar los paredones de fusilamiento si mañana cayera el régimen, porque a gente así, como al cáncer, hay que estirparla para que no contamine las células sanas en un órgano del cuerpo que quiere recuperar su salud. A pesar de la rabia, voto porque de llegar ese momento mantengamos una presencia cívica y no nos dejemos arrastrar de nuevo al pantano de la ignominia y repetir los excesos de la revolución de Castro. Pero, entonces… ¿qué le haría usted a un sujeto tan mortificante como Barredo para que pague sus ofensas? (Hmmm… mi cabeza ha empezado a echar humo, ¿la suya no?).

*¿Se acuerdan cuando Alarcón dijo que si todo el mundo pudiese volar "se formaría una trabazón en los aires"? Lo más terrible es que en Alarcón se contradice la creencia de que existe un relación directamente proporcional entre el tamaño de la cabeza y la inteligencia...

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